Que la ermita de Nuestra Señora de Burguillos estuvo consagrada en el dogma de la Concepción Inmaculada de la Vrgen María, puede comprobarse documentalmente, a través de textos que datan, por ejemplo, del siglo XVIII. También la arqueología, a través de los restos que aún se conservan de este deteriorado edificio, nos pemiten constatar este hecho.
Prueba de ello son las pinturas que aún se conservan en la parte interior de la ornacina de la Virgen, aunque sólo en uno de sus lados y en la parte superior del arco, dado que durante mucho tiempo permanecieron a la intemperie y expuestas a las inclemencias del tiempo, tras el hundimiento del tejado del camarín y de los forjados de la sacristía. Por este motivo, las mejor conservadas son las de la parte superior. Las inferiores se han visto más afectadas por la humedad provocada por el agua de lluvia, por lo que su nivel de detalle es menor. A medida que se va descendiendo, puede comprobarse que están más difuminadas y cómo la policromía se va perdiendo, además de los desprendimientos de muchas partes del yeso sobre las que fueron pintadas.
En las fotografias podemos comprobar tres de los símbolos representados, propios de la iconografía de la Inmaculada. El primero de ellos es una palmera, símbolo de inmortalidad. El segundo, muy difuminado, no permite distinguir si se trata del pozo o de una fuente. Ambos símbolos representan el agua, como elemento vivificador y purificador. Finalmente, la media luna es símbolo del principio femenino, opuesto y complementario al sol, que sería el masculino y que en la cosmología cristiana está representado por Cristo. En cualquier caso, los tres símbolos aquí representados forman parte de las metáforas bíblicas, aludidas en las letanías o súplicas a la virgen, como atributos o símbolos de la pureza virginal, y han sido utilizados reiteradamente en el arte cristiano para representar a la Inmaculada.
Existen, además, otras evidencias que corroboran esta teoría sobre la advocación de Nuestra Señora de Burguillos, como es el caso del testimonio de uno de nuestros mayores, que recuerda la figura de la Virgen con un manto pintado de color azul, propio también de la indumentaria con la que siempre se ha identificado la imagen de la Inmaculada Concepción.
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