sábado, 17 de diciembre de 2016

Municipalidad a la francesa

Cuando decidí publicar el artículo periodístico de Javier de Pablos, titulado "El Corregidor de Burguillos", y debido a las suspicacias  que algunas opiniones levantan en ciertos miembros y simpatizantes del grupo político que dirige nuestro Ayuntamiento en la actualidad, me vi en la necesidad de aclarar que esta Asociaciøn no participa en la vida política de este municipio. Y vaya ya de paso, ninguno de los integrantes de su Junta Directiva. Tampoco se decanta por ninguna ideología, puesto que eso no forma parte de su razón de ser. De hecho, hemos convivido sin recelos con  otras corporaciones anteriores, de diferente signo político, que no sólo nos han dado su apoyo, sino que además nos han ayudado económicamente o en la medida de sus posibilidades. Y así hemos llegado a cumplir nuestros primeros diez años de existencia y actividad ininterrumpida, algo que no han logrado otras asociaciones del pueblo, salvo las hermandades religiosas que todos conocemos.

Pero mantener una actitud políticamente correcta y un profundo respeto por las ideas de cada uno de nuestros asociados, vecinos, o ciudadanos de este país,  no nos impide mostrar abiertamente nuestras opiniones;  y más aún cuando se hace en pro de unos fines que no son otros que la defensa de nuestro patrimonio, ya sea material, inmaterial, cultural o de la índole que sea, siempre que formen parte de la identidad de un pueblo que quiere conservar sus raíces, como es el caso de Burguillos de Toledo. O, al menos, eso es lo que nos proponemos nosotros. Y lo dice alguien que ni siquiera ha nacido en este pueblo, pero que se siente acogido en él como si lo fuera.

Y digo esto a raíz del enésimo, o no se sabe bien por cuantas veces repetido, ataque o falta de respeto por esas señas de identidad a las que me refería, como es éste último del que acabamos de ser objeto.


En días pasados, algunos vecinos del pueblo han recibido en sus casas este programa de Navidad que ha elaborado el equipo del Ayuntamiento (otros nos hemos tenido que conformar con verlo a través de las redes sociales), en línea con la actitud que manifestaba Javier de Pablos en su artículo, pero que yo me atrevo a añadir que siguen acrecentando sobremanera y cada vez más despóticamente.

Quizá, así visto, no sea más que un programa y, en apariencia, nada trascendente. Pero verán ustedes. El primero de los actos es algo que llaman Mushing Nigth. Yo diría que el 99,999 por ciento de los burguillanos no sabemos qué es y seguro que me quedo corto. Bueno, igual hay un 0,001 que lo práctica en el pueblo, pero hasta lo dudo. ¡Sin duda, un evento que estamos deseosos de ver, apto para todos los públicos y muy apropiado para estas fechas! ¡Seguro!

Pero no se trata de ir analizando uno por uno los actos programados, que hay más como éste, sino de ir al fondo de un programa que no ha sido confeccionado para los vecinos de Burguillos de Toledo y que, por contra, ha suprimido las tradiciones más ancestrales que se celebraban en el pueblo, obviando aquello que demandan los vecinos y con lo que realmente se sienten identificados; aunque claro, va en contra de los principios de aquellos que se prestaron a ser elegidos -voluntariamente, por cierto- para representarnos y gobernarnos.

Pues miren -y como continuidad al artículo de El Corregidor de Burguillos-, esto me recuerda a la época de la invasión napoleónica del siglo XIX. Invasión, nada pacífica evidentemente, que lo primero que hizo fue destituir a nuestro rey y usurpar las instituciones allí donde fuera que estuvieren. Incluidas las municipales. Quizá respetaron, eso sí, la figura del Corregidor y el resto de la estructura del Antiguo Régimen, pero con personas afrancesadas o proclives a colaborar con los invasores. Una forma de gobierno que llamaron Municipalidad, como así era denominada en el país vecino, pero para nada cercana al municipio. Mientras tanto, y como contaba don Fernando Jiménez de Gregorio en una de sus publicaciones sobre este asunto, "los munícipes patriotas de nuestra provincia tuvieron que refugiarse en los Montes y sólo desde allí pudieron mantener un contacto clandestino con sus instituciones", en un intento de devolverlas a los españoles. Mientras tanto, los invasores manejaron las mismas a su antojo, siempre al servicio de Napoleón y de los intereses de su ejército, y al margen de un pueblo cada día más denostado y oprimido. El gobierno, por tanto, era del pueblo, pero no para el pueblo, y los destituidos patriotas considerados como insurgentes. Así les llamaban despóticamente los invasores que, además, pretendían ser aceptados como reformadores o salvadores de la nación, sin respetar ni un ápice lo que pensaba el pueblo invadido.

Quizá, después de ver este tipo de actitudes en nuestro pueblo, se constate  que la historia que no se conoce está condenada a repetirse. ¿o, acaso, no encuentran ustedes similitudes entre ambas situaciones?

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