Quizás no sea del todo cierta esa idea de que en los pueblos el tiempo pasa más despacio, sobre todo en los tiempos que corren y, más aún, en aquellas localidades que estamos tan cerca de las ciudades. Pero yo si que tengo la sensación de que lo hace, al menos, de forma diferente. Y es que, después de más de veinte años, aún perdura en la columna de una farola de la calle Carrizal esta pegatina publicitaria con la que el Pub Chaplin anunciaba la celebración de su primer aniversario.
La década de los ochenta vivió la eclosión de estos establecimientos en España, basados en sus homónimos británicos, pero cuyo término (pub) se acuñó en nuestro país para nombrar a aquellos locales de copas en los que se servían licores y bebidas no alcohólicas y en los que, especialmente, se podía escuchar música mezclada, por lo que estaban dirigidos a un público particularmente joven.
Los pubs no tardaron en traspasar los límites de las ciudades y llegar hasta los pueblos, convirtiéndose en los lugares de moda para la reunión y salidas, sobre todo nocturnas, de los más jóvenes.
En Burguillos de Toledo el primero de ellos fue el Pub Xihomara, situado en un local de las Casas Nuevas, y regentado por un empresario de la hostelería, Joaquin, que al cabo de unos años terminaría dejando nuestro pueblo. Para dar continuidad, al mismo, fueron Mari "la Chona" y Luis "el Ruso", los que reabrieron el negocio, ya en la década de los noventa, rebautizándolo con el nombre de Pub Chaplin.
En Burguillos de Toledo el primero de ellos fue el Pub Xihomara, situado en un local de las Casas Nuevas, y regentado por un empresario de la hostelería, Joaquin, que al cabo de unos años terminaría dejando nuestro pueblo. Para dar continuidad, al mismo, fueron Mari "la Chona" y Luis "el Ruso", los que reabrieron el negocio, ya en la década de los noventa, rebautizándolo con el nombre de Pub Chaplin.
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