martes, 28 de abril de 2020

Reverdece la sierra.

La sierra emerge de sus cenizas tras el incendio del verano pasado que dejó asolada todas sus faldas. Aquel color oscuro y negruzco ha dado paso a toda una explosión de colores verdes, salpicados de amarillo de un lado a otro de la Sierra, aquella que vimos arder en la misma dirección y que parecía no poder recuperarse en años. La naturaleza ha obrado el milagro, quizás también las lluvias de primavera, la limpieza de la atmósfera propiciada por el parón de los aviones en este estado de confinamiento y la ausencia devastadora de la mano del hombre. Estas fotos son una muestra, aunque sólo sea desde la lejanía y el escaso ángulo de visión que nuestras azoteas nos permiten.


jueves, 23 de abril de 2020

Día Internacional del Libro


Habíamos previsto la presentación de nuestra próxima publicación, editada por la Asociación con el título de "Iglesia Parroquial Santa María Magdalena", dentro de los actos de celebración del Día Internacional del Libro, que la biblioteca municipal de Burguillos de Toledo organizaba para este año 2020. Las circunstancias actuales no lo han permitido, pero esperamos poder hacerlo próximamente. Os mantendremos informados.

sábado, 18 de abril de 2020

Nueva jornada de desinfección

 Nueva jornada de desinfección de calles y lugares públicos, coordinada por el Ayuntamiento, pero con la colaboración y los medios de los agricultores de la localidad. Es la única actividad que se ve en las calles desde que estamos confinados en nuestras casas y contribuye a la lucha contra el coranovirus y a velar por nuestra salud.





jueves, 16 de abril de 2020

Una obra de Gimena (IV)

Concluida la guerra civil española, Tomás Gimena incrementó su labor escultora, al recibir numerosos encargos de los pueblos de los alrededores de la ciudad. Él fue el autor de varias obras destinadas a restituir las imágenes destruidas en algunas de estas iglesias parroquiales que sufrieron los desmanes de los combatientes.


En el pueblo de Nambroca repondría varias "Dolorosas" y también "El Cristo de las Aguas", cuyas imágenes originales fueron destruidas en la guerra. En las Ventas con Peña Aguilera haría lo propio con los "Sagrados Corazones de Jesús y María" y, algo más cerca, en la vecina localidad de Layos, la venerada imagen del "Santísimo Cristo del buen Camino". Ésta y la del Cristo de las Aguas de Nambroca son reproducciones de las primitivas.

También, y más importante para nosotros, en esta misma época modelaría una nueva imagen de la "Virgen del Rosario" para nuestra iglesia parroquial de Santa Maria Magdalena, de Burguillos de Toledo. Dato que desconocíamos hasta la fecha y que, gracias a esta persona que desde el anonimato nos hizo recabar en la importancia del mismo, hoy podemos constatar y aportar a esa historia del pueblo que aún está por reescribir. 

domingo, 12 de abril de 2020

Y van 30 días



Se cumplen hoy 30 días de confinamiento en nuestras casas y el presidente del Gobierno nos anunciaba recientemente que aún es pronto para levantar el estado de alarma (el lunes, sin embargo, podrán reiniciar sus trabajos el sector de la industria y el de la construcción), aunque el ritmo de contagios y los fallecimientos diarios habían ddescendido ya respecto a los datos de hace 9 días. Hacemos balance: 16.972 fallecidos (el 12 de marzo eran sólo 84) y 166.019 casos registrados ya en España. Mientras algunos se debaten entre cuando hay que ir recuperando la actividad normal de nuestras vidas y de nuestra actividad económica previa a la llegada del Coronavirus, otros se plantean qué va a cambiar en nuestras vidas a raíz de esta pandemia. Porque lo que parece ya indiscutible es que empieza la era de un mundo nuevo y que está crisis supondrá un punto de inflexión en la historia, jamás antes conocido.



sábado, 11 de abril de 2020

Epidemia de peste (541-544)


Escenas de una pandemia de hace 1.500 años
 que se repiten hoy

Una investigación de la Universidad de Barcelona destaca las sorprendentes similitudes entre la pandemia del coronavirus y la plaga de Justiniano que asoló el mundo en el 541.



En el 541, durante el reinado del bizantino Justiniano, se desató un brote de peste bubónica en el imperio. “La alarma surgió en Egipto, desde donde la infección se expandió de forma rápida y letal”. Procopio lo reflejó en su libro Sobre las guerras, donde relataba las campañas militares de Justiniano por Italia, África del Norte, Hispania... y cómo los soldados iban extendiendo la pandemia por los distintos puertos a los que llegaban, fundamentalmente de Europa, África del Norte, el Imperio Sasánida (Persia) y, desde allí, a China.

Procopio, como consejero del general bizantino Belisario, al que siguió en sus campañas, se convirtió así en “testigo privilegiado” de una pandemia que recibió el nombre de plaga de Justiniano: “Se declaró una epidemia que casi acaba con todo el género humano de la que no hay forma posible de dar ninguna explicación con palabras, ni siquiera de pensarla, salvo remitirnos a la voluntad de Dios”, escribió el historiador bizantino.

 “Esta epidemia”, continuó, “no afectó a una parte limitada de la Tierra, ni a un grupo determinado de hombres, ni se redujo a una estación concreta del año [...], sino que se esparció y se cebó en todas las vidas humanas, por diferentes que fueran unas personas de otras, sin excluir ni naturalezas ni edad”. Así, la enfermedad no conocía limites, “hasta los extremos del mundo, como si tuviese miedo de que se le escapara algún rincón”.

Un año después de ser detectada, la peste llegó a la capital del imperio, Bizancio (actual Estambul), asolándola durante cuatro meses”. “El confinamiento y aislamiento eran totales”, describe Sales Carbonell, “pues era más que obligatorio para los enfermos. Pero también se impuso una especie de autoconfinamento espontáneo e intuitivamente voluntario para el resto, en buena parte motivado por las propias circunstancias”. De hecho, “no era nada fácil ver a alguien en los lugares públicos, al menos en Bizancio, sino que todos los que estaban sanos se quedaban en casa, cuidando de los enfermos o llorando los muertos”, según Procopio. Y lo hacían “con ropa cualquiera, como simples particulares”.


Epidemia de peste (541-544).



La economía, mientras tanto, se derrumbaba: “Las actividades cesaron y los artesanos abandonaron todos los empleos y los trabajos que llevaban entre manos”. Pero a diferencia de hoy en día, las autoridades fueron incapaces de organizar unos servicios esenciales. “Parecía muy difícil obtener pan o cualquier otro alimento, por lo que, para algunos enfermos, el desenlace final de la vida fue sin lugar a dudas prematuro, debido a la falta de artículos de primera necesidad“, escribió el bizantino en Sobre las guerras. "Muchos se morían porque no tenían a nadie que los curara", ya que las personas que atendían la emergencia "caían agotadas al no poder descansar y sufrir constantemente. Por eso, todos se compadecían más de ellos que de los enfermos".

Vigilancia en las calles

Justiniano, dada la desesperada situación, distribuyó entonces “pelotones de guardias de palacio” por las calles y nombró a su jefe de gabinete refrendario, el “cual con el dinero del tesoro imperial e incluso poniendo de su propio bolsillo sepultaba los cuerpos de los que no tenía nadie que se ocupara”. El mismo emperador se infectó, aunque superó la enfermedad, y continuó gobernando durante más de un decenio.

Los picos de mortandad subieron de 5.000 a 10.000 muertos al día, e incluso más. De tal manera que, “aunque en un primer momento cada uno tenía cuidado de los muertos de su casa, el colapso y el caos se convirtieron en inevitables y los cadáveres se lanzaban también a las tumbas de otros, a escondidas o con violencia”. Incluso los ilustres, recuerda el Procopio, “permanecieron sin sepultar durante muchos días”, así que “los cuerpos se amontonaron de cualquier manera en las torres de las murallas”. No habría cortejos ni ritos funerarios para ellos.

Cuando finalmente se superó la pandemia, surgió un aspecto positivo: “quienes habían sido partidarios de las diversas facciones políticas abandonaron los reproches mutuos. Incluso aquellos que antes se entregaban a acciones bajas y malvadas dejaron, en la vida diaria, toda maldad, pues la necesidad imperiosa les hacía aprender lo que era la honradez”, en palabras de Procopio, aunque al cabo de un tiempo volvieron a las andadas. “Este punto justo de poesía nos hace vislumbrar el optimismo y la esperanza de que tal vez nos permitirán salir adelante y no volver a tropezar de nuevo con la misma piedra”, termina la experta más con ilusión que con certeza.

Así se relatan los efectos de una peste que asoló el mundo entre los años 541 y 544, de China a las costas de Hispania, según el Estudio La plaga de Justiniá, segons el testimoni de Procopi, de Jordina Sales Carbonell, investigadora del Institut de Recerca en Cultures Medievals de la Universidad de Barcelona; que es objeto también de un artículo publicado hoy en el diario El País, y del cual han sido extraídos estos textos. 

La historiadora nos habla de una pandemia que llegó del extranjero y que se extendía rápidamente desde los puertos donde arribaban los pasajeros infectados -asintomáticos o no- , sin ningún remedio médico disponible que pudiese pararla, 

Habla cómo los habitantes permanecían confiados en chándal (lo que justiniano cita como "con ropa cualquiera, como si fueran particulares") para evitar contagios, que la paralización de la economía fue total, que el ejército vigilaba las calles, que los médicos contagiados trabajaban hasta la extenuación, y que miles de fallecidos quedaban sin enterrar diariamente durante "muchos días porque quienes cavaban ya no daban a vasto".

Y concluye Jordina Sales con una moraleja: "A día 1 de abril de 2020 determinadas similitudes y paralelismos del comportamiento humano frente a un virus y sus consecuencias nos parecen tan cercanas y actuales que, a pesar de la tragedia que estamos viviendo en primera persona, nunca podemos dejar de maravillarnos de cómo se repite la historia

jueves, 9 de abril de 2020

Luna confinada


La superluna de anoche, confinada entre un manto de nubes, se asomó ayer a nosotros a través de una pequeña "ventana" entre las tinieblas, cuando apenas acababa de salir por el horizonte; fiel a su cita, fiel a su bucólica compañía, aunque nosotros también sigamos confinados. Nuestros ancestros solían interpretar estos hechos como augurios o profecías, así que, en todo caso, que lo sea de esperanza y de que este confinamiento pronto toque a su fin.







sábado, 4 de abril de 2020

Una nueva desinfección

Se repiten las labores de desinfección de las calles con hipoclorito de sodio a los quince días de haberse realizado la fumigación anterior y cuando recibimos la noticia de que el estado de alerta y sus medidas adicionales se prolongarán otras dos semanas más. De nuevo, los agricultores se prestan de manera altruísta y solidaria a realizar estas labores, complementarias a las de los operarios del ayuntamiento, que no cuentan con medios suficientes para cubrir todo el pueblo.







Una obra de Gimena (III)

También destacó este artista en la disciplina de la escultura, realizando importantes obras de imaginería religiosa para parroquias de la ciudad y localidades de los alrededores. Esta prolífica labor tiene su reflejo en imágenes muy veneradas, como la "Virgen de la Paz" de la Parroquia de San Andrés, en Toledo, que traemos como primer exponente de su extenso curriculum.


Continúa esta larga lista de sus obras con otras imágenes como la Virgen de "Nuestra Señora de los Desamparados", en la iglesia de Santiago del Arrabal, "Nuestra Señora de la Rosa", perteneciente a la iglesia del Salvador, el "Angel Custodio" de la ermita del Cigarral del Ángel, y otras menos conocidas como los "Sagrados Corazones de Jesús y María" y la imagen de "Santa Bárbara", que esculpió para la Capilla de la Fábrica de Armas.

miércoles, 1 de abril de 2020

Abril 2020: mes de esperanza.

Amanece un nuevo día, primero del mes de abril. Mes de la esperanza para todos. Esperanza de ver cumplido nuestro sueño; esperanza, porque acumularemos esta semana la tercera de confinamiento en nuestras casas; esperanza, porque esperamos que la epidemia alcance su pico máximo y ver así la primera debilidad de este monstruo que asola nuestras vidas y nuestras calles, solitarias, como siempre, aunque el azul del cielo se asome tímidamente entre las nubes con las que despedimos marzo. Esperanza, en definitiva, de volver a la normalidad.