Como muestra de las dificultades económicas de la época tenemos reclamaciones como esta del tributo que tenían que pagar los puestos, tiendas y tabernas al ser adjudicados, que se hacía a subasta, y que podían ser de diversa índole ("ramo" de carnes, de vinos, de jamón, de aguardientes, de ultramarinos...). Lo mismo acredita la siguiente, que advierte de la falta de pago del propio boletín oficial al que debía estar suscrito necesariamente el ayuntamiento:
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