Por fin llegó el día esperado.
La mañana empezó un poco gris, pero a medida que avanzaban las horas el cielo se fue despejando y ya a las 11 el día era espléndido, para recibir a San Blas, a las puertas de la Iglesia, con un cielo azul inmenso con el que hicimos tanto el recorrido de ida como el de regreso.
La participación de los burguillanos y burguillanas fue también extraordinaria, pese a que aún muchos de los agricultores se encuentran recogiendo la aceituna y se vieron en la necesidad de continuar su labor antes de que vuelvan las lluvias.
Todo salió a pedir de boca, incluso la degustación de dulces, la panceta y los chorizos a la brasa. No quedó de nada y eso que parecía mucho, pero incluso costó un poco convencer a algunos para hacer el camino de regreso. La mañana animaba a seguir allí un poco más.
La mañana empezó un poco gris, pero a medida que avanzaban las horas el cielo se fue despejando y ya a las 11 el día era espléndido, para recibir a San Blas, a las puertas de la Iglesia, con un cielo azul inmenso con el que hicimos tanto el recorrido de ida como el de regreso.
La participación de los burguillanos y burguillanas fue también extraordinaria, pese a que aún muchos de los agricultores se encuentran recogiendo la aceituna y se vieron en la necesidad de continuar su labor antes de que vuelvan las lluvias.
Todo salió a pedir de boca, incluso la degustación de dulces, la panceta y los chorizos a la brasa. No quedó de nada y eso que parecía mucho, pero incluso costó un poco convencer a algunos para hacer el camino de regreso. La mañana animaba a seguir allí un poco más.
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