Comarca de La Sisla

La Comarca: Burguillos de Toledo se ubica en la comarca natural de La Sisla, que se extiende al sur del río Tajo, desde La Sagra, hasta los montes de Toledo; con la Mancha toledana al oriente, y el antigüo señorío de Montalbán, al poniente. En las relaciones de Felipe II esta zona era denominada como Tierra de Toledo, recibiendo también otros nombres, a lo largo de los tiempos, como el de Meseta de Los Montes o el de alfoz toledano. A su vez, estuvo dividida en Sisla Mayor y Menor, sin que, a ciencia cierta, se sepa del por qué de esta diferenciación.

En textos antiguos se dice que se conocía por su propio nombre a cada una de las cuatro salidas o partes de la ciudad: Sagra, la que miraba al oriente; Garaller, la de poniente; y Sislas las otras dos. La situada más hacia el oriente, Sisla mayor, mientras que la que declina más al mediodía, hacia poniente, era la denominada Sisla menor.

La Sisla es una tierra, geográficamente, bien diferenciada, con ríos y montes en sus contornos; conformando un paisaje de llanura, asentado sobre una rampa rocosa, que desciende desde los montes de Toledo, a lo largo de 30 kilómetros, hasta llegar al río Tajo. Morfológicamente, se trata de una meseta o planicie de erosión, denominada "Meseta o Macizo Cristalino de Toledo", que se eleva por encima de los 775 metros, tallada en rocas ígneas (granito), al sur, y metamórficas (gneis) al norte. En el centro, una pequeña cuña o masa alargada, orientada de este a oeste, compuesta de cuarcitas y pizarras. Tan sólo rompen este paisaje una serie de cerros-isla como el de Layos, Noez, la sierra de la Oliva o la de Nambroca. En el conjunto provincial, puede considerarse una tierra alta, sobre-elevada unos 200 metros sobre el cauce actual del Tajo, con poblaciones asentadas entre los 650 y los 750 metros de altitud.

Ocupa una superficie de 1.853 km2 y se encuentra densamente poblada, 60.368 habitantes, que representan una densidad de 32,57 habitantes por kilómetro cuadrado.

En la actualidad, forman parte de este territorio de La Sisla, los siguientes municipios: Ajofrín, Almonacid, Argés, Burguillos de Toledo, Casasbuenas, Cobisa, Chueca, Gálvez, Guadamur, Layos, Manzaneque, Mascaraque, Mazarambroz, Mora de Toledo, Nambroca, Noez, Orgaz con Arisgotas, Polán, Pulgar, Sonseca y Casalgordo, Totanés, Villaminaya y Villanueva de Bogas. Quedan fuera, Cuerva y Menasalbas, que son estribanías de los Montes y con vinculación al señorío de Montalbán, como es el caso de este último.


Clima: Precisamente, su altitud y su distancia, respecto de los mares circundantes de la península ibérica, determinan el clima de esta antigüa penillanura: acusadamente continental-extremado; con inviernos fríos y largos, primaveras cortas y veranos muy calurosos y secos. Las precipitaciones son irregulares, siendo una característica de este clima las fuertes heladas y las tormentas de verano, que suelen acompañarse de fuertes y perjudiciales granizadas. Las lluvias son más abundantes en primavera y otoño, seguidas del invierno, mientras que el verano es la época más seca del año.

Vegetación: El matorral denso, el sotobosque mediterráneo, dan nombre a nuestra comarca, definiendo esta tierra antigüa y por ello desforestada, en donde se taló el bosque al paso de los ejércitos desde los más tempranos tiempos. En el pasado fue un suelo cubierto de coscoja o chaparro, alcornoque, madroño, castaño, álamo negro, etc. El matorral está representado por la jara, romero, tomillo, retama, escoba, lentisco, salvia, lavanda, agracejo, etc. En cuanto a los cultivos, fundamentalmente de secano, predomina el olivar, alternado con el cultivo de cereales (trigo y cebada). También se conservan restos de dehesas cubiertas de encinas, que sirven para pasto del ganado y para el cultivo de cereal.

Hidrografía: Se caracteriza por un elevado número de arroyos y barrancos que vierten directamente al Tajo. Los más importantes (Algodor, Guajaraz y Torcón), tienen su cabecera localizada en la vertiente norte de los Montes de Toledo. Otro grupo de arroyos, representado por el Arroyo de la Rosa, forman sus cabeceras en las pequeñas sierras y montes isla que rompen la plataforma estructural de la meseta, con valles mal definidos en la cabecera y muy encajados en su curso final. Finalmente, un tercer grupo de arroyos se localizan en el brusco cambio de pendiente donde la penillanura se inclina definitivamente hacia el Tajo (Degollada, Pozuela).

Paisaje: En el suelo horizontal y despejado de esta tierra alta, amesetada, contrastan las elevaciones redondeadas por la erosión de la Sierra de Nambroca y los cerros-isla de Layos, Noez y Almonacid; en alguna de cuyas cimas se asientan viejos y arruinados molinos de viento, o inútiles castillos y torres, como el de Almonacid, Mora o la Torre Tolanca (en Sonseca). Otros castillos radican en la llanura, inmediatos a pueblos como Mascaraque, Polán, Orgaz o Mazarambroz.


El viaje desde Toledo se inicia con el brusco cambio de nivel existente entre el cauce del río y la meseta donde se localiza La Sisla. Después de salvar este desnivel, esta tierra se abre cubierta de cereal en el llano, de olivares que trepan por las laderas de los cerros, de viñedos, de filas interminables de almendros, delimitando las lindes, y de rebaños de ovejas que pastan en el matorral. También de norias, hoy silenciosas e inmóviles, pues su  mayor parte se encuentran abandonadas y ruionosas. Los lechos de los arroyos, apenas se dibujan en la llanura, dejando entrever el lento  y perezoso discurrir de las aguas que se deslizan por sus cauces. Pero son las grandes extensiones de olivares, el aspecto más significativo del paisaje, extendiéndose por todos los municipios, para llegar a Mora y convertirse en un manto casi uniforme.

Y del mismo modo, los pueblos y caseríos, unos cobijados en las laderas de los cerros, otros al lado de los castillos del llano; y los más, buscando amparo en la llanura, aplastados contra la tierra. De su conjunto sobresalen la línea vertical de sus campanarios y los cuadrados perfiles de los silos, amarillos y funcionales, en contraste con esas torres mudéjares y barrocas de las iglesias.

En alguna altura, al borde del camino pasajero, el caminante se encuentra con ermitas dedicadas a vírgenes y santos de conocidos y evocadores nombres. En los aledaños de los caseríos, se pueden ver las columnas de las picotas y los rollos jurisdiccionales que antaño representaban el poder feudal y el municipal. Y ya, en el interior de las poblaciones, enormes casas solariegas, presididas por ... portadas.

Historia: Se comienza a citar con frecuencia esta comarca en diversos documentos mozárabes de finales del siglo XII. De entre ellos, se entresacan un buen número de estas poblaciones, siendo el más antigüo del año 1192. No obstante, el término Sisla parece tener un origen prerromano, derivado del celta sis-ca o sesca y ya en época visigoda se utilizaba el topónimo Cisla para citar lo que sería el primer monasterio de la Sisla.


En ciertas crónicas se atribuye la fundación de este monasterio, situado en las cercanías de la ciudad, a unos frailes ermitaños venidos de África. Sería en el año 424, cuando aún vivía San Agustín, y sus fundadores unos monjes de la Regla agustiniana (monachus angustinianus Sisla Toletana). El edificio lo reedificaría y engrandecería posteriormente el rey godo Atanagildo, que reinó en Toledo entre los años 555 y 566.

Seguiría en poder de la Orden hasta mucho después de la invasión de la península por los musulmanes, puesto que en la toma de Toledo estos permitieron a los cristianos que siguieran manteniendo ciertas iglesias y oratorios, entre los que se encontraba este monasterio de la Sisla. Sin embargo, no se sabe cuándo dejaron los agustinos este lugar, quedando como una humilde ermita con el mismo título de Santa María de la Sisla, la cual fue anexionada a la de Santa Leocadia por Alfonso VI tras la reconquista de la ciudad.

En 1375 la ermita y el paraje que la rodeaban serían cedidos para que en ellos se fundara el segundo convento de Jerónimos establecido en España por esta naciente Orden, convento que fue llamado, igualmente, Santa María de la Sisla. En 1383 se comenzaría la edificación de la capilla mayor y algunos años más tarde se haría lo propio con la nave de la iglesia.

Protegido durante siglos por diversos monarcas castellanos, como todos los de la orden Jerónima, nos cuenta Sixto Ramón Parro que su iglesia, de arquitectura gótica, claustros, celdas y demás oficinas del monasterio, eran de gran capacidad. 











Plano de planta del Monasterio de Jerónimos, año de 1594

Varios serían los miembros de la realeza que se alojarían en él en diferentes ocasiones, como Juan II (1422 y 1431) o el propio emperador Carlos V, que se retiraría allí entre el 12 de mayo y el 26 de junio de 1539 tras la muerte de su esposa, la emperatriz Isabel de Portugal.

En 1521 las tropas del prior de San Juan también habían establecido allí su campamento contra los Comuneros, que resistían en la ciudad rebelde, pacificada, por fin, en el acuerdo que se denominó "Concordia de la Sisla".

Durante la Guerra de la Independencia contra los franceses serían guerrilleros españoles los que ocuparían el lugar y en 1821 se produciría la primera supresión del convento, que fue vendido a un particular junto con la extensa finca donde se asentaba. Poseía el convento una buena colección de cuadros, que fueron trasladados o perdidos al producirse la exclaustración de los monjes.

Una vez suprimida la Orden en 1835, sería sacado a subasta y comprado por un particular, que demolió totalmente la iglesia, quedando el resto del convento en pie, dedicado a casa de labor, y recreo para sus dueños. Todavía en 1925 se mantenían en pie restos del monasterio, pero sólo quedó una portada barroca que sirvió de entrada a un palacete neomudéjar construido a comienzos de siglo; el cual también fue demolido al concluir la guerra civil y cederse los terrenos como campo de maniobras de la Academia de Infantería de Toledo.


En 1965 se construyó un hospital en sus proximidades, que recibió el nombre de Hospital Virgen del Valle, pero que popularmente se conoce en la comarca como hospital de La Sisla o del Valle.

Folklore y tradiciones: En la mayor parte de las poblaciones de la comarca se conserva el denominado como "baile de la bandera" como ritual festivo. En Orgaz y sus pueblos limítrofes acompañado de compañías de alabarderos o "soldadescas".

Rutas Turísticas:

Caza y Pesca:

Citas Literarias:
“…rumbo al noroeste, dejando a la derecha, primero la elevada colina, donde se alzaba ya quizás el castillo de Mora, y después los enhiestos cerros donde el de Almonacid erguía hasta los cielos sus almenas. Forman aquellos el límite oriental de la llanada que bordean por el sur las peladas y carnosas colinas –en aquellas planicies se las tiene por sierras- de Villaminaya y de Nambroca y el cerro agudo y triangular de Layos. Larga de varias leguas, cubierta de olivares, de viñas y de trigos, la tierra rubia que presiden los caseríos blanquísimos de Nambroca y Burguillos, desciende después en rápido escalón hasta las márgenes del Tajo. Ni un río, ni una fuente importante consuelan su sed en el estío...” (Claudio Sánchez Albornoz).

Bibliografía:

Fray Juan Márquez (O.S.A.), "Historia de los Frailes Ermitaños de la Orden de San Agustín y su verdadera Institución antes del Gran Concilio Lateranense. Año 1618.

No hay comentarios:

Publicar un comentario