sábado, 1 de junio de 2024
martes, 28 de mayo de 2024
miércoles, 31 de mayo de 2023
De santeros y ermitaños
"Mirad, salvo acontecimientos como las
romerías o “los Santos”, prácticamente casi nadie viene hasta aquí durante el
resto del año. Tan sólo interrumpen esta soledad los running…, los ciclistas…, los que pasean por estos caminos… y
alguna que otra visita de familiares a sus seres queridos en el cementerio. Y,
por supuesto, la ermita permanece cerrada.
Bien, pero no siempre ha sido así.
Todo lo contrario. Lo habitual, durante siglos, ¡fíjaros! es que este lugar se
visitara más frecuentemente y, mejor aún, que la presencia de gente fuera
habitual. Porque este lugar estaba permanente habitado. Sí, la ermita nunca
estaba sola. Pero no es que viviera alguien en la ermita, claro, sino en las
viviendas que había construídas aquí dentro del recinto actual. Viviendas que
hoy no siguen en pié, pero que estaban situadas en el patio delantero, este por
el que atravesamos al entrar a la ermita.
Y si os preguntáis quién hacía uso de
esas casas o dependencias, pues la respuesta es muy sencilla: el ermitaño (o “santero”,
como queráis llamarlo.). El ermitaño era el encargado de facilitar el acceso a
quien viniera a visitar o rezar a la Virgen. De abrir y cerrar la ermita, en
definitiva; pero también de cuidarla, atenderla y hacer labores de limpieza o de
mantenimiento. Y aunque
pueda parecer absurdo o innecesario, porque hoy en día sólo acudimos a la
ermita tres veces al año como decía (con la romería de San Blas, la de Ntra.
Sra. de Burguillos que hoy celebramos y el día de Todos los Santos), antes era
tanta la devoción que este sitio se visitaba con frecuencia.
Fijaros qué bonito está hoy el altar,
que hasta la ermita cobra vida, pero luego nos llevamos la imagen de la Virgen
a la parroquia y no vuelve a verse igual hasta el día de Todos los Santos.
Antes no era así, y las imágenes permanecían en
la ermita ,que es el lugar que les correspondía, y el ermitaño se
encargaba de velar porque se mantuviera el debido decoro, incluso regando las
flores o manteniendo las velas y las ofrendas de los burguillanos..
También estaban a su cargo el cuidado
y la custodia de las imágenes y todos los ornamentos que había en la ermita. Lo
que hoy sería una labor de vigilancia. Que aquí hubiera alguien día y noche
también era importante para evitar robos o asaltos. En algunos casos, hasta
ayudaría al cura en las ceremonias que se celebraban en la ermita o en su
preparación, aunque hay que tener en cuenta que también la Virgen tenía una
cofradía propia que se encargaba de preparar sus fiestas.
Y no sólo eso, sino que como era un oficio
retribuido y reconocido, los interesados en ostentar ese puesto también eran
unos cuantos. De hecho, aparte del sueldo, el ermitaño disfrutaba de alojamiento
en esas casas, tanto para él como para su familia y podía tener sus animales en
lo que era el corral de las viviendas (hoy esta parte izquierda del cementerio
donde está el pozo, que daba servicio tanto a la ermita como al ermitaño).
Indirectamente, cumplía otra función
muy importante, dando asilo y cobijo a los viandantes. Al estar las ermitas en lugares
alejados y solitarios, si se desencadenaba una tormenta en los alrededores, se
convertía en un lugar donde refugiarse.
Además, antes no se viajaba con la facilidad
y la rapidez de hoy en día, ni los labradores disponían de medios de locomoción
como los de ahora para venir a labrar los campos. Y si a un viajero se le hacía
de noche y no había llegado a lugar donde guarecerse, pues aquí estaba el
santero para darle alojamiento provisional en lugar de dormir bajo las
estrellas o al raso de una noche de invierno. Si alguien (o las caballerías) se
accidentaban o enfermaban en el trayecto, no podía hacer otra cosa que acudir
al lugar más cercano para pedir auxilio. Y antes que ir hasta Cobisa o Burguillos,
que están a algo más de un kilómetro de aquí, ¡aquí estaba el ermitaño!. Recordad
que este camino que pasa debajo de la ermita, fue un camino muy transitado
hasta que se construyó la carretera de Ciudad Real, y eso fue ya en el siglo
XIX. Si alguien se quedaba sin agua labrando los campos, pues que menos que
pasar por la ermita y saciar su sed en el pozo del ermitaño.
Y así podríamos poner mil ejemplos
más, que si os fijáis ahora en lo que pasa en la ermita de la Virgen del Valle,
por ejemplo, nos puede poner en contexto.
¿Quién no sabe que la ermita del
Valle está abierta de sol a sol para todo aquel que pasa haciendo la ruta del
Valle caminando? Pues está abierta porque la abre el ermitaño todos los días
del año. Allí sigue habiendo todavía un ermitaño, eso es. Como también lo hay
en la ermita de la Virgen de la Cabeza. Y por qué? Pues porque son sitios de mucha
devoción que se visitan por mucha gente durante todo el día.
¿Pruebas de la existencia de este puesto de ermitaño en Burguillos que os cito? Pues muy sencillo. Lo primero un plano del año 1881 (y que tenéis en el libro de la ermita) en el que aparecen señaladas y enumeradas todas las dependencias del recinto, desde la ermita hasta el cementerio. Pero, fijaros, las designadas con las letras de la “e” hasta la “h” serían la cuadra, luego la cocina y el fogón, una sala más y la alcoba del ermitaño y su familia. Estas dependencias estaban situadas según entramos a mano izquierda, ahora derruidas.
Sin ir más lejos, aquí dentro tenemos
otra prueba. En uno de los muros de la nave tenéis expuesta una plaquita
funeraria que dice: “Soy de Juan Fernández Mojón, ermitaño de Ntra. Sra. de
Burguillos”. No sabemos de qué época es, pero nos habla claramente de alguien
que tuvo el oficio de ermitaño en la ermita.
Si nos vamos al Arzobispado, por
ejemplo, en el apartado de Visitas Pastorales nos consta la descripción de la
realizada en el año 1721. Curiosamente, en ella se pedían explicaciones al
santero Juan Pérez de Rojas por la desaparición de una alhaja de la Virgen que
no se encontró en esa visita.
Algo más tarde, aunque ahora no puedo
precisar la fecha, Pablo Martín emprendía un pleito también en el Arzobispado
que acredita lo codiciado que debía ser este puesto. Parece ser que la posesión
del cargo de santero estaba vacía en un momento dado, aunque la ocupaban
interinamente Josefa Martín de Anaya y Manuel Martín de la Sagra, por lo que
éste solicitaba que la plaza se sacara a concurso de nuevo para tratar de hacerse
con ella, suponemos.
No se conoce que hubiera más
construcciones que las dependencias del santero. Sin embargo, con el paso del
tiempo, lo que ocurre es que Carlos III ordena que se construyan cementerios
fuera de las poblaciones para dejar de
enterrar en las iglesias. La proliferación de epidemias y el continuo abrir de
las sepulturas ubicadas en el suelo de las iglesias, era considerado causa de
insalubridad y rebrote de muchas enfermedades. Así que se decide construir aquí
un cementerio, al lado de la ermita, para que también sirviera de capilla
funeraria.
Entonces lo que hace el ayuntamiento
es habilitar un espacio y construir aquí mismo otra dependencia (principios del
siglo XIX, teóricamente) que servía como cuarto para uso propio y que hasta los
años 80 se utilizaba como depósito de cadáveres y sala de autopsias. Pero también se habilitaba otra dependencia para uso
habitacional o residencia del camposantero, figura que aparecía con la
construcción del cementerio. Y aquí debieron convivir compartiendo patio
ermitaño y camposantero.
Si volvemos al plano del año 1881 que tenemos en el libro de la ermita, podemos distinguir también esos tres espacios. Justo al otro lado
de la vivienda del ermitaño, donde hoy tenemos la sala que utiliza la
Asociación Burgus, estarían la alcoba, la cocina y el fogón del “camposantero”.
Y aquí debieron convivir,
compartiendo el patio como una casa de vecinos típicas de aquella época, de las
cuales nos quedan algunas en el pueblo (Plaza Pérez Caballero, calle Valera,
calle Caño).
Ocurre también, que en estos alrededores también vivía gente de manera permanente. Dos lugares, en concreto. Una casa de campo que había junto a lo que fue el almacén de Butano en la que podrían vivir una o dos familias; y, ya más abajo, en dirección a Toledo (pasando hoy en día por debajo de la autovía la Ronda Sureste) lo que era conocido como el “Ventorrillo”. Conocemos uno de los venteros que lo tuvo en su momento. También tiene su historia, quizá mejor para otro momento.
Finalmente, cuando
llega la Guerra Civil ya sabéis que el pueblo es desalojado y este lugar, la
ermita propiamente dicha y estas viviendas que había aquí, son ocupadas por las
tropas del ejército republicano que asediaba Toledo.
Al finalizar la guerra el santero y el camposantero dejan de tener sentido, al haberse destruido la ermita y desaparecer la Virgen y el resto de imágenes, pero las viviendas del camposantero si van a ocuparse de nuevo por una familia de Burguillos. Desconozco si fuera porque carecían de vivienda en el pueblo, si era por estar cerca de las tierras que cultivaban o si es que entonces ea necesario aprovechar cualquier cosa que tuviera techo. Lo cierto es que finalmente terminaron mudándose a otra vivienda en el pueblo y esto quedó ya deshabitado definitivamente".
domingo, 28 de mayo de 2023
Romería del 31 de mayo
El día 31 de mayo se celebra la romería de Nuestra Señora de Burguillos, que cumple ya su sexta edición, desde que en el año 2016 se comenzara la misma en honor a la Virgen de Fátima, cuya festividad también se celebra en el mes de mayo. Posteriormente llegó a la parroquia la nueva imagen de la Virgen y es ésta la que se traslada en procesión desde la iglesia hasta su ermita, con el rezo del rosario a lo largo del recorrido, la celebración de una misa a su llegada y el posterior encuentro parroquial organizado por el Consejo Parroquial durante el resto del día. La Asociación Amigos del Patrimonio colabora en la preparación de estos actos y en el reparto de migas y limonada para todos los asistentes.
Este año aprovechamos la ocasión para engalanar la ermita con la colocación de un cuadro de la Virgen del Carmen procedente de una donación, que se quedará de manera permanente en uno de los tramos de la nave principal, frente al cuadro del Cristo de la Misericordia.
miércoles, 1 de junio de 2022
En nombre de la rosa (I)
ROMERIA DE NTRA. SRA. DE BURGUILLOS
¡Bueno, por fin este año las circunstancias nos han permitido
volver con Ntra. Sra. de Burguillos a la ermita!.
Recuperamos así esta tradición, que ya se celebraba
antiguamente el día de la Cruz de Mayo y que
nosotros retomamos en el año 2016 con esta romería.
Entonces vinimos con la imagen de la Virgen
de Fátima (que también cuenta con una especial devoción en Burguillos), e
hicimos lo mismo en los dos años
siguientes. Con la nueva imagen de Ntra.
Sra. de Burguillos sólo tuvimos posibilidad de hacerlo en el año 2019. Acordaros que en 2020 llegó el parón ocasionado por
la crisis sanitaria del Covid-19 y al año siguiente aún había ciertas restricciones
que no aconsejaban celebrarla.
Así que, en el presente, podemos decir que estamos de
reestreno y demuestra que sigue viva la llama por mantener esta tradición y
rendir homenaje a la Virgen, como es propio en este mes de mayo.
Y como también es costumbre, entre los actos del programa de
este día, pues esta pequeña charla histórica para daros a conocer algo relacionado
con la ermita, nuestro pueblo o nuestro entorno, pero que tenga que ver también con la ocasión.
LOS TEMAS DE LAS CHARLAS DE
AÑOS ANTERIORES
Si recordáis, el primer año repasamos la historia de la
ermita y las tradicionales romerías que aquí se celebraban (pues no era una
sola, sino varias, las que aquí se hacían). Luego hablamos de los dominicos y
de aquella historia de un sacerdote de Burguillos que quería ser mártir y se
encomendó a la Virgen del Rosario para librarse de esa tentación del demonio,
que se le apareció en unas piedras junto al arroyo. Al año siguiente, rememoramos aquellas
confrontaciones entre dos familias toledanas (los Ayala y los Silva) que tuvieron
repercusión en Burguillos con el incendio de varias casas y tierras de personajes que apoyaban a uno de los bandos.
Finalmente, en 2019 contamos el caso de Fausto, al que se le apareció cerca de
aquí y en varias ocasiones, la figura de un peregrino que él identificaba como
Jesucristo.
Este año no sabía cómo enfocar la charla, puesto que todas
estas historias se me van acabando y de lo que se trata es que además de daros
a conocer cosas nuevas, pues que también estén relacionadas con esta
celebración de hoy. Y que hagamos el ratito lo más ameno posible, como cuando
vamos de visita turística y nos sientan en los bancos de una iglesia o de una
catedral para contarnos lo que vamos a encontrar en ellas.
EL TEMA DE LA CHARLA DE
ESTE AÑO.
Desde hace tiempo vengo trabajando en algo relacionado con el arroyo de la Rosa y es sorprendente lo que he podido encontrar investigando al respecto. Pero, además, me he dado cuenta de que desconocemos muchas cosas sobre él y su entorno.
El arroyo es parte de Burguillos, y lo atravesamos cada vez que venimos con la Virgen o con San Blas a la ermita. Pero además pasamos por él muy a menudo, porque hacemos lo propio cuando vamos a la piscina o al polideportivo y hasta nos acercamos al estanque para dar de comer a los patos, pero la gran mayoría de nosotros apenas reparamos en el arroyo en sí. Es tan cotidiano verlo que casi no nos damos cuenta, muchas veces, de que lo tenemos ahí.
Revisando un poco toda esa información que he logrado recabar en estos años, creo que se puede reconstruir un interesante contexto histórico como argumento de esta charla y, así, realizar un viaje por el curso del arroyo que nos llevará a la explicación del verdadero motivo por el que recibe el apelativo de “arroyo de la rosa”. Así que, después de darle varias vueltas al asunto, creo que el tema es tan apropiado para la ocasión como los de años anteriores.
martes, 31 de mayo de 2022
En nombre de la rosa (II)
EL ARROYO DE LA ROSA
Fijaros, ¿Alguien os habéis preguntado por qué se llama así?.
¿Porqué “arroyo de la rosa”?. ¿Hay algún motivo para que lo nombremos de esta
manera?, ¿había algún rosal que diera unas flores muy hermosas? No sé… ¿Algo
que explicara esa denominación?
De entrada os diré que no siempre el arroyo se llamó de esta
manera. Digamos que este nombre es moderno históricamente hablando. Como de los
siglos XVIII o XIX en adelante. No antes.
Bueno, pues vamos a intentar hacer su recorrido mentalmente y
así intentamos también buscar la causa del por qué se denomina con el nombre de
“arroyo de la rosa”.
DEHESA y ERMITA de ALIMÁN
Mirad, desde ese puentecito que cruzamos para venir aquí,
donde estaba la depuradora (para los más mayores), si siguiéramos su cauce
hacia el sur, nos encontraríamos con su nacimiento como a siete kilómetros, más o menos. Allí vamos a localizar
una vega que en invierno casi siempre está encharcada y en la que suelen pastar
algunas vacas. Es una zona muy húmeda que se conoce como “Prado de Alimán”
Allí confluyen dos
cauces, uno desde el lado sur de la sierra de Nambroca y otro de la sierra de
Layos a través de Ajofrín. Pero casi siempre vienen secos. Y es en este prado
donde el agua normalmente comienza a fluir a cielo abierto y desde aquí discurre
ya de manera continuada hasta el Tajo, sin secarse en todo el verano. En los
libros de historia se los cita como “las fuentes del Alimán”.
Justo al lado tenemos el denominado Caserío de Alimán, junto
a la carretera de Chueca, Y, ¡fijaros!, junto a él, otra ermita, más pequeña y modesta que esta y
mucho más moderna, la de Alimán. Allí, los ajofrineros hacen una romería a la
virgen de Gracia (ya sabéis que es una figura muy chiquitita que apareció en
San Pablo de los Montes y que el pastor Magdaleno trajo a Ajofrín).
Históricamente,
toda esta zona, incluido el caserío, formaban parte de una antigua dehesa,
perteneciente a los dominicos del
convento de San Pedro Mártir. Parte
de estas tierras las recibieron en el siglo XVI de Juan Carrillo, regidor de Toledo,
como donación por la fundación de una capellanía. Posteriormente la fueron
ampliando con la compra de más tierras.
Las
dehesas no eran tierras de labor porque estaban destinadas a la cría de ganado
y en ellas era donde pastaban los animales, ya fueran cabras, ovejas, vacas…
El
caserío no estaba habitado todo el año, sólo durante la época de las faenas
agrícolas más importantes y, aunque estaba administrada directamente por un
religioso dominico, a su cuidado figuraban algunos criados y sirvientes que
tenían como asalariados. Ese ganado se utilizaba para el sostenimiento propio
de la comunidad.
Dicen las crónicas de la Orden que se componía de: Una casa rústica; un molino aceitero con 1 viga, almacén, lagar y bodega; una huerta con noria; una era de pan trillar; tierras de labor y pastos, con olivas y viñas de 990 fanegas; y tierra de pastos y prado de 500 fanegas.
Tras la
desamortización del siglo XIX fue adquirida por el conde de Toreno y hoy
en día aún siguen pastando los ganados, como os decía. Fundamentalmente vacas.
DEHESA DE SIELMA
A partir de aquí el arroyo se adentra en la Casa Meca,
conocida en la Edad Media como Dehesa de Sielma. En este caso, en la que con el
tiempo se fueron haciendo “rompimientos”, es decir que se fue troceando y
roturando para utilizarla no como dehesa, sino para su cultivo. Así que, poco a
poco, fue perdiendo aquella primitiva función.
Curioso me parece también que la dehesa fuera propiedad de
otro convento: el de Santa Isabel de los
Reyes, en Toledo. Hasta su desamortización, como ocurriera con el caserío
de Alimán. Y también aquí tenían algunas tierras los dominicos, como sabemos
por una escritura de 1387.
Las
monjas no se encargaban de la administración directa de las tierras, como
hacían los dominicos, sino que las arrendaban a terceros. Además, había un
tejar y un horno para cocer teja y ladrillo, que también arrendaban y les
dejaba un dinerito…
En este
caserío, de antiguo se dice que hubo ocupación permanente, pero que finalmente
terminó abandonando el lugar por insano.
En un
informe parroquial del año 1822 el cura de Burguillos decía que tenía a su
cargo este caserío y el tejar, además de la Venta Blanca y la ermita. Eso debía
ser un problema en algunas ocasiones, sobre todo cuando estaba enfermo, y por
eso entendía que sería necesario le nombraran un coadjutor que le ayudara
cuando fuera necesario.
Aquí no se sabe que hubiera ninguna ermita ni nada parecido,
pero vamos a seguir bajando por el arroyo…
De esta manera llegamos al pueblo, a lo que eran los prados
concejiles. Es lo que ahora conocemos como el estanque de los patos y la
alameda que hay al otro lado, junto al taller. Antiguamente era el lugar del
“común” o del “concejo” destinado al pasto de los ganados de los vecinos del
pueblo, como en el caso de las dehesas.
Justo allí, otra ermita. La de San Pedro. Huelga hablar de
ella, porque ya lo hemos hecho otras muchas veces, pero fíjaros, probablemente
fundada por los dominicos que había
en Burguillos. Porque aquí también tenían una hacienda. En la plaza de San
Pedro, junto a la iglesia.
Otra vez los dominicos, como digo. ¿Qué curioso, verdad?
ERMITA DE NTRA SRA DE
BURGUILLOS
Nada más dejar Burguillos, el arroyo llega hasta este lugar
donde estamos. También otra ermita. La de Ntra. Sra. de Burguillos. ¡Qué os voy
a contar! Si vemos las posesiones que tenía la ermita, acudiendo al Catastro de
la Ensenada, vemos que en este paraje también hay varias tierras propiedad del convento de San Pedro Mártir.
Siguiendo aguas abajo nos adentramos ya desde aquí en los terrenos de la Academia. Ojo, que esto es tan sólo a partir de mediados del siglo XX, después de acabada la guerra civil. Antes era otro terreno de cría de ganados, conocido como la Legua de Toledo.
En nombre de la rosa (III)
CASA DE LA LEGUA
Con el
fin de proteger las zonas cultivadas, la ciudad tenía habilitadas dos dehesas
en sus proximidades, pero suficientemente alejadas de los cigarrales y de la
Vega del Tajo, que era donde se encontraban las huertas principales, para que
los ganados no entraran en ellas. Por este lado del puente de Alcántara era
esta zona y por la del puente de San Martín era toda la zona de Pozuela hasta
San Bernardo.
Por entonces había muchas disputas entre
agricultores y ganaderos, porque éstos vendían la carne en Toledo y querían
tener sus ganados lo más cerca posible.
Una de
ellas se utilizada exclusivamente para el ganado destinado al abasto de carne a
la ciudad y otra para los de producción de leche o lanas, como las ovejas o las
cabras, o el resto de animales de carga o labor (mulas, etc.) para que pastaran
y descansaran en ella.
DEHESA DE LAS NIEVES
Pasada la Legua Grande, el arroyo va a empezar a discurrir
entre una zona bastante abrupta. En un determinado punto de la misma latitud y,
aunque están algo más separados del arroyo, se quedan lo que fueran el convento
o monasterio de Jerónimos de La Sisla, a un lado, y el Monasterio de Santa
María de Las Nieves, al otro, que también fue dehesa en su época.
Dejando un poco de lado el de “La Sisla”, porque antes de
llegar allí hay que atravesar otro arroyo, que es el de la Degollada, podemos
decir que:
Las
tierras de las Nieves fueron cedidas a San Pedro Mártir por el racionero de la
catedral, Pedro de Ribadeneira, para que
se fundara un monasterio dedicado a Santa María de las Nieves, cuya
única función sería llevar a cabo la conmemoración de la festividad de Ntra.
Sra. de las Nieves cada 5 de agosto. Posteriormente fueron cedidas a los
agustinos, que estuvieron allí unos 30 años, sin llegar a terminar el convento
por una mala gestión económica y regresaron a los dominicos que decidieron
fundar entonces un colegio de teología para 12 estudiantes destacados en
letras, pertenecientes a la orden
Recordad
que los dominicos están en Toledo desde que en el año 1230 se fundara el
convento San Pablo, en la huerta del Granadal, lo que hoy son esas ruinas que
hay junto a las escaleras mecánicas. Mucho después se trasladarían dentro de la
ciudad y fundarían el convento de San Pedro Mártir.
En Burguillos existe aún un camino denominado “camino de las
Nieves” que conducía a este monasterio.
ERMITA DE LA GUIA
Volvemos al arroyo, y siguiendo aguas abajo, también
encajonado entre una zona de altos cerros, llegamos a la ermita de la Virgen de
la Guía, situada en una de esas elevaciones, muy por encima del propio cauce
del arroyo. Otra coincidencia, otra curiosidad y otra ermita. ¿Cuántas llevamos
ya?. Pero no importa, no quisiera entretenerme en ella, pues también tiene una
historia sobradamentge conocida, sino muy cerca de allí: justo debajo del
cerro.
EL BATÁN
Esta zona está como a la altura de la Academia de Infantería.
Por aquí discurre un camino empedrado que conduce hasta la ermita de la Guía,
pero justo al lado del mismísimo arroyo, aún hoy en día se pueden ver las
ruinas de lo que fue un batán construido nada más y nada menos que por
iniciativa del Cardenal Lorenzana (siglo XVIII).
Un
batán es una máquina que funciona movida por la corriente del agua y por eso
precisaban ser construidos en la orilla de los ríos, para aprovechar la fuerza
hidraúlica. En el cauce se construía una presa y desde ahí se conducía el agua
por un canal hasta una rueda hidraúlica que activaba unos mazos, los cuales
iban golpeando las mantas que se colocaban debajo. El fin de estos artilugios
era compactar los paños o tejidos de los que estaban hechas las mantas, para
hacerlas más tupidas.
¿Y por
qué hace el cardenal Lorenzana aquí un batán? Pues porque él también había sido
el impulsor de la Real Casa de la Caridad que se instaló en el Alcázar de
Toledo (cuya obra se inicio en 1774, con el Alcázar en ruinas) para atender a
los pobres, los huérfanos y los mendigos del Arzobispado. Allí les recogían, los
daban asistencia, les enseñaban un oficio y hasta les daban ocupación para que
salieran de la pobreza. Entre 500 y 700
pobres se mantenían diariamente gracias a esta casa de beneficencia.
¿Y cómo
lo hacían? Instalando en el edificio del Alcázar varias fábricas de telas en
las que les daban trabajo: una fábrica de seda con 40 telares, una fábrica de
lana, una de ornamentos de iglesia, y algunas otras más. Por eso tenía sentido
también la construcción del batán, al cual se enviaban los tejidos que
procedían de estas fábricas para batanarlos.
Lo que
ocurre es que durante la invasión
francesa, tanto el Alcázar como el batán fueron incendiados y destruidos
por las tropas francesas, quizá también pensando en anular aquella potente
industria de sedas y paños que había surgido en torno a la Casa de la Caridad y
que constituía una seria competencia para los paños franceses.
Por esta zona, existe también una cantera de piedra blanca
que en su momento se utilizó para la construcción de la catedral y portada del monasterio
de San Clemente.
ERMITA DE LA ROSA
Y ya, muy cerquita de allí llegaríamos al actual barrio de
Santa Bárbara, que es donde precisamente el arroyo va a tomar su apelativo “de
la rosa”.
Llega en este punto a una zona
más llana, conocida en sus tiempos como “la veguilla”, porque el arroyo
deja aquí ya la zona montuosa y, junto al cerro, discurre ya más tranquilo
hasta su desembocadura en el Tajo. Digamos que es el último kilómetro del cauce
del arroyo. Por detrás deja otros 14 hasta Alimán.
En su margen izquierda están ya “las torres” y a su lado
derecho el cerro, las instalaciones deportivas, el campo de fútbol... También
la fuente de la Teja -si habéis oído hablar de ella- y toda esa parte hasta la
carretera que sube a Las Nieves, que se conoce como Cigarral del Carmen. También
tiene su explicación porque este cigarral era propiedad del Convento de
Carmelitas Calzados que había junto al puente de Alcántara (lo que en sus
tiempos fue el mercadillo del “martes”).
Importante aquí la zona que se denominó “La Veguilla” à campo de fútbol, piscina y reciente
instituto y colegio (Princesa Galiana y Ciudad de Aquisgrán). Por donde ahora
discurre canalizado y cubierto el arroyo.
Como dije al principio, el arroyo siempre habría sido
conocido con el nombre de “Regachuelo”, que significa arroyuelo o arroyo de
poco caudal. Como tal lo entendían en la Edad Media, aunque sonadas eran sus
inundaciones cuando se desbordaba por causa de las tormentas, al venir de esta
zona que hemos comentado anteriormente tan escarpada y montuosa, cogía mucho
agua y mucha fuerza al llegar aquí.
Aunque hemos hablado de los dominicos y de los agustinos,
implantados en Toledo desde los siglos XIII y XIV, pero aún estaban por llegar
otras comunidades. Así, en 1557 los Franciscanos Descalzos (conocidos también
como Gilitos) vendrían a fundar un convento en Toledo y elegirían como primer
emplazamiento unas casas junto al arroyo, que luego abandonarían por las
frecuentes inundaciones que en corto periodo de tiempo sufrieron repetidamente.
Con posterioridad vendrían a ocupar estas mismas casas los
Agustinos Recoletos Descalzos y tendrían que hacer lo mismo, trasladándose a
otro lugar dentro de la ciudad. Los Franciscanos o Gilitos se fueron al actual
convento de San Gil (lo que hoy son las Cortes de Castilla la Mancha)y los
Agustinos a la denominada Plaza de San Agustín (Hotel Castilla o Seg.Social).
No estuvo ocupado este improvisado convento más de 30 años
desde que llegaran aquí sus primeros ocupantes, los franciscanos, quedando el
edificio abandonado y ruinoso. El año de 1656
pasaron por allí dos toledanos que entraron a ver el convento. ¿Y qué creéis
que se encontraron? Pues, aparte de ruinas, hallaron una pintura en una de las
paredes del claustro con la imagen de Ntra. Sra. de la Rosa.
Y aquí empieza el motivo por el que arroyo toma el nombre de
esta virgen. Veréis por qué: la imagen estaba muy expuesta a las inclemencias
del tiempo, como nuestra ermita cuando estuvo abandonada. Pero era tan bonita
que, a partir de ese momento, empezaron a ir todos los sábados a rezar el
rosario y ponerle una lamparita. Pero no ellos sólos, sino gran número de
gente.
Enterado el cardenal Baltasar Moscoso, ordenó que se trajera
aquella pintura al convento de los Carmelitas. Para transportarla intacta y que
no sufriera desperfectos, idearon hacer
un cajón de yeso que la recubriera. Pero cada vez que lo hacían, se
resquebrajaba, por lo que algunos devotos interpretaron que la Virgen no se
quería mover de allí y le pidieron al cardenal que les dejara hacer una ermita para que no estuviera a la
intemperie y que ya verían cómo conseguir los fondos para ello y para mantenerla.
Costó hacerla y mantenerla, obviamente, porque este lugar
estaba muy lejos de la ciudad, realmente. El barrio actual sólo tenía algunas
haciendas y ventas en el paseo de la Rosa, pero estaba poco poblado.
En 1729 se constituyó incluso una hermandad y
celebraban su festividad en el mes de mayo, precisamente. Y empezó mucha gente
de Toledo a venir hasta la ermita para venerar la imagen. También los agustinos
y los franciscanos siguieron fomentando esa devoción y se hizo muy popular.
Tal era el ir y venir de gente, en determinadas épocas, que
pidieron que se adecentara el paseo que conduce desde el puente de Alcántara
hasta el arroyo. Y claro, el arroyo empezó a nombrarse como el arroyo de la
Rosa, como sucede con estas cosas. Cuando hablamos tendemos a ahorrar palabras
y lo que sería el “arroyo de la ermita de la Virgen de la Rosa” se iba
convirtiendo en “arroyo de la Virgen de la Rosa” y, finalmente y más abreviado
aún, en un simple “arroyo de la Rosa”. Incluso el propio paseo fue cambiando de
Camino de La Mancha, Camino de Yepes o Camino de Aranjuez (los tres nombres por
los que fue sucesivamente conocido) a Paseo de la Rosa.
Es el mismo caso del camino de Las Nieves que tenemos detrás
de Mercadona y que se dirigía desde Burguillos a este monasterio. Sería pues,
inicialmente, “Camino del Monasterio de Ntra. Sra. de las Nieves” para pasar a
“Camino del Monasterio de las Nieves” y, finalmente, “camino de las Nieves”.
Y ese es el auténtico motivo por el que el arroyo pasa a nombrarse como tal y pierde su nombre primitivo de “regachuelo”. Porque es la ermita la que da nombre al arroyo y no al revés, no hay que confundir eso.