martes, 31 de mayo de 2022

En nombre de la rosa (III)

CASA DE LA LEGUA

Con el fin de proteger las zonas cultivadas, la ciudad tenía habilitadas dos dehesas en sus proximidades, pero suficientemente alejadas de los cigarrales y de la Vega del Tajo, que era donde se encontraban las huertas principales, para que los ganados no entraran en ellas. Por este lado del puente de Alcántara era esta zona y por la del puente de San Martín era toda la zona de Pozuela hasta San Bernardo.

 Por entonces había muchas disputas entre agricultores y ganaderos, porque éstos vendían la carne en Toledo y querían tener sus ganados lo más cerca posible.

Una de ellas se utilizada exclusivamente para el ganado destinado al abasto de carne a la ciudad y otra para los de producción de leche o lanas, como las ovejas o las cabras, o el resto de animales de carga o labor (mulas, etc.) para que pastaran y descansaran en ella.

DEHESA DE LAS NIEVES

Pasada la Legua Grande, el arroyo va a empezar a discurrir entre una zona bastante abrupta. En un determinado punto de la misma latitud y, aunque están algo más separados del arroyo, se quedan lo que fueran el convento o monasterio de Jerónimos de La Sisla, a un lado, y el Monasterio de Santa María de Las Nieves, al otro, que también fue dehesa en su época.

Dejando un poco de lado el de “La Sisla”, porque antes de llegar allí hay que atravesar otro arroyo, que es el de la Degollada, podemos decir que:

Las tierras de las Nieves fueron cedidas a San Pedro Mártir por el racionero de la catedral, Pedro de Ribadeneira, para que  se fundara un monasterio dedicado a Santa María de las Nieves, cuya única función sería llevar a cabo la conmemoración de la festividad de Ntra. Sra. de las Nieves cada 5 de agosto. Posteriormente fueron cedidas a los agustinos, que estuvieron allí unos 30 años, sin llegar a terminar el convento por una mala gestión económica y regresaron a los dominicos que decidieron fundar entonces un colegio de teología para 12 estudiantes destacados en letras, pertenecientes a la orden

Recordad que los dominicos están en Toledo desde que en el año 1230 se fundara el convento San Pablo, en la huerta del Granadal, lo que hoy son esas ruinas que hay junto a las escaleras mecánicas. Mucho después se trasladarían dentro de la ciudad y fundarían el convento de San Pedro Mártir.

En Burguillos existe aún un camino denominado “camino de las Nieves” que conducía a este monasterio.

ERMITA DE LA GUIA

Volvemos al arroyo, y siguiendo aguas abajo, también encajonado entre una zona de altos cerros, llegamos a la ermita de la Virgen de la Guía, situada en una de esas elevaciones, muy por encima del propio cauce del arroyo. Otra coincidencia, otra curiosidad y otra ermita. ¿Cuántas llevamos ya?. Pero no importa, no quisiera entretenerme en ella, pues también tiene una historia sobradamentge conocida, sino muy cerca de allí: justo debajo del cerro.



EL BATÁN

Esta zona está como a la altura de la Academia de Infantería. Por aquí discurre un camino empedrado que conduce hasta la ermita de la Guía, pero justo al lado del mismísimo arroyo, aún hoy en día se pueden ver las ruinas de lo que fue un batán construido nada más y nada menos que por iniciativa del Cardenal Lorenzana (siglo XVIII).

Un batán es una máquina que funciona movida por la corriente del agua y por eso precisaban ser construidos en la orilla de los ríos, para aprovechar la fuerza hidraúlica. En el cauce se construía una presa y desde ahí se conducía el agua por un canal hasta una rueda hidraúlica que activaba unos mazos, los cuales iban golpeando las mantas que se colocaban debajo. El fin de estos artilugios era compactar los paños o tejidos de los que estaban hechas las mantas, para hacerlas más tupidas.

¿Y por qué hace el cardenal Lorenzana aquí un batán? Pues porque él también había sido el impulsor de la Real Casa de la Caridad que se instaló en el Alcázar de Toledo (cuya obra se inicio en 1774, con el Alcázar en ruinas) para atender a los pobres, los huérfanos y los mendigos del Arzobispado. Allí les recogían, los daban asistencia, les enseñaban un oficio y hasta les daban ocupación para que salieran de la pobreza. Entre 500  y 700 pobres se mantenían diariamente gracias a esta casa de beneficencia.

¿Y cómo lo hacían? Instalando en el edificio del Alcázar varias fábricas de telas en las que les daban trabajo: una fábrica de seda con 40 telares, una fábrica de lana, una de ornamentos de iglesia, y algunas otras más. Por eso tenía sentido también la construcción del batán, al cual se enviaban los tejidos que procedían de estas fábricas para batanarlos.

Lo que ocurre es que durante la invasión francesa, tanto el Alcázar como el batán fueron incendiados y destruidos por las tropas francesas, quizá también pensando en anular aquella potente industria de sedas y paños que había surgido en torno a la Casa de la Caridad y que constituía una seria competencia para los paños franceses.

Por esta zona, existe también una cantera de piedra blanca que en su momento se utilizó para la construcción de la catedral y portada del monasterio de San Clemente.

ERMITA DE LA ROSA

Y ya, muy cerquita de allí llegaríamos al actual barrio de Santa Bárbara, que es donde precisamente el arroyo va a tomar su apelativo “de la rosa”.

Llega en este punto a una zona más llana, conocida en sus tiempos como “la veguilla”, porque el arroyo deja aquí ya la zona montuosa y, junto al cerro, discurre ya más tranquilo hasta su desembocadura en el Tajo. Digamos que es el último kilómetro del cauce del arroyo. Por detrás deja otros 14 hasta Alimán.

En su margen izquierda están ya “las torres” y a su lado derecho el cerro, las instalaciones deportivas, el campo de fútbol... También la fuente de la Teja -si habéis oído hablar de ella- y toda esa parte hasta la carretera que sube a Las Nieves, que se conoce como Cigarral del Carmen. También tiene su explicación porque este cigarral era propiedad del Convento de Carmelitas Calzados que había junto al puente de Alcántara (lo que en sus tiempos fue el mercadillo del “martes”).

Importante aquí la zona que se denominó “La Veguilla” à campo de fútbol, piscina y reciente instituto y colegio (Princesa Galiana y Ciudad de Aquisgrán). Por donde ahora discurre canalizado y cubierto el arroyo.

Como dije al principio, el arroyo siempre habría sido conocido con el nombre de “Regachuelo”, que significa arroyuelo o arroyo de poco caudal. Como tal lo entendían en la Edad Media, aunque sonadas eran sus inundaciones cuando se desbordaba por causa de las tormentas, al venir de esta zona que hemos comentado anteriormente tan escarpada y montuosa, cogía mucho agua y mucha fuerza al llegar aquí.

Aunque hemos hablado de los dominicos y de los agustinos, implantados en Toledo desde los siglos XIII y XIV, pero aún estaban por llegar otras comunidades. Así, en 1557 los Franciscanos Descalzos (conocidos también como Gilitos) vendrían a fundar un convento en Toledo y elegirían como primer emplazamiento unas casas junto al arroyo, que luego abandonarían por las frecuentes inundaciones que en corto periodo de tiempo sufrieron repetidamente.

Con posterioridad vendrían a ocupar estas mismas casas los Agustinos Recoletos Descalzos y tendrían que hacer lo mismo, trasladándose a otro lugar dentro de la ciudad. Los Franciscanos o Gilitos se fueron al actual convento de San Gil (lo que hoy son las Cortes de Castilla la Mancha)y los Agustinos a la denominada Plaza de San Agustín (Hotel Castilla o Seg.Social).

No estuvo ocupado este improvisado convento más de 30 años desde que llegaran aquí sus primeros ocupantes, los franciscanos, quedando el edificio abandonado y ruinoso. El año de 1656 pasaron por allí dos toledanos que entraron a ver el convento. ¿Y qué creéis que se encontraron? Pues, aparte de ruinas, hallaron una pintura en una de las paredes del claustro con la imagen de Ntra. Sra. de la Rosa.

Y aquí empieza el motivo por el que arroyo toma el nombre de esta virgen. Veréis por qué: la imagen estaba muy expuesta a las inclemencias del tiempo, como nuestra ermita cuando estuvo abandonada. Pero era tan bonita que, a partir de ese momento, empezaron a ir todos los sábados a rezar el rosario y ponerle una lamparita. Pero no ellos sólos, sino gran número de gente.

Enterado el cardenal Baltasar Moscoso, ordenó que se trajera aquella pintura al convento de los Carmelitas. Para transportarla intacta y que no sufriera desperfectos,  idearon hacer un cajón de yeso que la recubriera. Pero cada vez que lo hacían, se resquebrajaba, por lo que algunos devotos interpretaron que la Virgen no se quería mover de allí y le pidieron al cardenal que les dejara hacer  una ermita para que no estuviera a la intemperie y que ya verían cómo conseguir los fondos para ello y para mantenerla.

Costó hacerla y mantenerla, obviamente, porque este lugar estaba muy lejos de la ciudad, realmente. El barrio actual sólo tenía algunas haciendas y ventas en el paseo de la Rosa, pero estaba poco poblado.

En 1729  se constituyó incluso una hermandad y celebraban su festividad en el mes de mayo, precisamente. Y empezó mucha gente de Toledo a venir hasta la ermita para venerar la imagen. También los agustinos y los franciscanos siguieron fomentando esa devoción y se hizo muy popular.

Tal era el ir y venir de gente, en determinadas épocas, que pidieron que se adecentara el paseo que conduce desde el puente de Alcántara hasta el arroyo. Y claro, el arroyo empezó a nombrarse como el arroyo de la Rosa, como sucede con estas cosas. Cuando hablamos tendemos a ahorrar palabras y lo que sería el “arroyo de la ermita de la Virgen de la Rosa” se iba convirtiendo en “arroyo de la Virgen de la Rosa” y, finalmente y más abreviado aún, en un simple “arroyo de la Rosa”. Incluso el propio paseo fue cambiando de Camino de La Mancha, Camino de Yepes o Camino de Aranjuez (los tres nombres por los que fue sucesivamente conocido) a Paseo de la Rosa.

Es el mismo caso del camino de Las Nieves que tenemos detrás de Mercadona y que se dirigía desde Burguillos a este monasterio. Sería pues, inicialmente, “Camino del Monasterio de Ntra. Sra. de las Nieves” para pasar a “Camino del Monasterio de las Nieves” y, finalmente, “camino de las Nieves”.

Y ese es el auténtico motivo por el que el arroyo pasa a nombrarse como tal y pierde su nombre primitivo de “regachuelo”. Porque es la ermita la que da nombre al arroyo y no al revés, no hay que confundir eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario