martes, 31 de mayo de 2022

En nombre de la rosa (II)

 EL ARROYO DE LA ROSA

Fijaros, ¿Alguien os habéis preguntado por qué se llama así?. ¿Porqué “arroyo de la rosa”?. ¿Hay algún motivo para que lo nombremos de esta manera?, ¿había algún rosal que diera unas flores muy hermosas? No sé… ¿Algo que explicara esa denominación?

De entrada os diré que no siempre el arroyo se llamó de esta manera. Digamos que este nombre es moderno históricamente hablando. Como de los siglos XVIII o XIX en adelante. No antes.

Bueno, pues vamos a intentar hacer su recorrido mentalmente y así intentamos también buscar la causa del por qué se denomina con el nombre de “arroyo de la rosa”.

DEHESA y ERMITA de ALIMÁN

Mirad, desde ese puentecito que cruzamos para venir aquí, donde estaba la depuradora (para los más mayores), si siguiéramos su cauce hacia el sur, nos encontraríamos con su nacimiento como a  siete kilómetros, más o menos. Allí vamos a localizar una vega que en invierno casi siempre está encharcada y en la que suelen pastar algunas vacas. Es una zona muy húmeda que se conoce como “Prado de Alimán”

Allí confluyen  dos cauces, uno desde el lado sur de la sierra de Nambroca y otro de la sierra de Layos a través de Ajofrín. Pero casi siempre vienen secos. Y es en este prado donde el agua normalmente comienza a fluir a cielo abierto y desde aquí discurre ya de manera continuada hasta el Tajo, sin secarse en todo el verano. En los libros de historia se los cita como “las fuentes del Alimán”.

Justo al lado tenemos el denominado Caserío de Alimán, junto a la carretera de Chueca, Y, ¡fijaros!, junto a él,  otra ermita, más pequeña y modesta que esta y mucho más moderna, la de Alimán. Allí, los ajofrineros hacen una romería a la virgen de Gracia (ya sabéis que es una figura muy chiquitita que apareció en San Pablo de los Montes y que el pastor Magdaleno trajo a Ajofrín).

Históricamente, toda esta zona, incluido el caserío, formaban parte de una antigua dehesa, perteneciente a los dominicos del convento de San Pedro Mártir. Parte de estas tierras las recibieron en el siglo XVI de Juan Carrillo, regidor de Toledo, como donación por la fundación de una capellanía. Posteriormente la fueron ampliando con la compra de más tierras.

Las dehesas no eran tierras de labor porque estaban destinadas a la cría de ganado y en ellas era donde pastaban los animales, ya fueran cabras, ovejas, vacas…

El caserío no estaba habitado todo el año, sólo durante la época de las faenas agrícolas más importantes y, aunque estaba administrada directamente por un religioso dominico, a su cuidado figuraban algunos criados y sirvientes que tenían como asalariados. Ese ganado se utilizaba para el sostenimiento propio de la comunidad.

Dicen las crónicas de la Orden que se componía de: Una casa rústica; un molino aceitero con 1 viga, almacén, lagar y bodega; una huerta con noria; una era de pan trillar; tierras de labor y pastos, con olivas y viñas de 990 fanegas; y tierra de pastos y prado de 500 fanegas.

Tras la desamortización del siglo XIX fue adquirida por el conde de Toreno y hoy en día aún siguen pastando los ganados, como os decía. Fundamentalmente vacas.

DEHESA DE SIELMA

A partir de aquí el arroyo se adentra en la Casa Meca, conocida en la Edad Media como Dehesa de Sielma. En este caso, en la que con el tiempo se fueron haciendo “rompimientos”, es decir que se fue troceando y roturando para utilizarla no como dehesa, sino para su cultivo. Así que, poco a poco, fue perdiendo aquella primitiva función.

Curioso me parece también que la dehesa fuera propiedad de otro convento: el de Santa Isabel de los Reyes, en Toledo. Hasta su desamortización, como ocurriera con el caserío de Alimán. Y también aquí tenían algunas tierras los dominicos, como sabemos por una escritura de 1387.

Las monjas no se encargaban de la administración directa de las tierras, como hacían los dominicos, sino que las arrendaban a terceros. Además, había un tejar y un horno para cocer teja y ladrillo, que también arrendaban y les dejaba un dinerito…

En este caserío, de antiguo se dice que hubo ocupación permanente, pero que finalmente terminó abandonando el lugar por insano.

En un informe parroquial del año 1822 el cura de Burguillos decía que tenía a su cargo este caserío y el tejar, además de la Venta Blanca y la ermita. Eso debía ser un problema en algunas ocasiones, sobre todo cuando estaba enfermo, y por eso entendía que sería necesario le nombraran un coadjutor que le ayudara cuando fuera necesario.

Aquí no se sabe que hubiera ninguna ermita ni nada parecido, pero vamos a seguir bajando por el arroyo…

 ERMITA DE SAN PEDRO

De esta manera llegamos al pueblo, a lo que eran los prados concejiles. Es lo que ahora conocemos como el estanque de los patos y la alameda que hay al otro lado, junto al taller. Antiguamente era el lugar del “común” o del “concejo” destinado al pasto de los ganados de los vecinos del pueblo, como en el caso de las dehesas.

Justo allí, otra ermita. La de San Pedro. Huelga hablar de ella, porque ya lo hemos hecho otras muchas veces, pero fíjaros, probablemente fundada por los dominicos que había en Burguillos. Porque aquí también tenían una hacienda. En la plaza de San Pedro, junto a la iglesia.

Otra vez los dominicos, como digo. ¿Qué curioso, verdad?

ERMITA DE NTRA SRA DE BURGUILLOS

Nada más dejar Burguillos, el arroyo llega hasta este lugar donde estamos. También otra ermita. La de Ntra. Sra. de Burguillos. ¡Qué os voy a contar! Si vemos las posesiones que tenía la ermita, acudiendo al Catastro de la Ensenada, vemos que en este paraje también hay varias tierras  propiedad del convento de San Pedro Mártir.

Siguiendo aguas abajo nos adentramos ya desde aquí en los terrenos de la Academia. Ojo, que esto es tan sólo a partir de mediados del siglo XX, después de acabada la guerra civil.  Antes era otro terreno de cría de ganados, conocido como la Legua de Toledo.

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