viernes, 12 de septiembre de 2014

Venta del tío Genaro



En la parte más nor-occidental del término de Burguillos, lindado con los de Toledo (norte) y Cobisa (oeste), aún pueden apreciarse los pocos restos de lo que fuera una de las ventas, ventorros o ventorrillos -como así se conocían-, que se repartían por nuestro entorno. Quizá fuera la Venta Blanca la más importante, la más antigüa y la más afamada de todas ellas, pero no por ello quiere decirse que el resto no cumplieran también con esa importante función de aposento de viajeros y descanso de caminantes, en esta tierra en la que confluían un sinfín de caminos que comunicaban la ciudad de Toledo con el sur de la península y con los términos de su propia jurisdicción en los montes del mismo nombre.

Justo a mil doscientos metros de la ermita de San Blas -continuando hacia el norte, en línea recta, en dirección a la ciudad- por el camino Real de Toledo, nos encontramos con este enclave, donde antigüamente se localizaba la venta conocida como ventorro del tío Genaro. Se trata de una pequeña elevación, a la derecha del camino, justo donde el mismo se corta, por encontrarse con la valla que actualmente delimita los terrenos de maniobras de la Academia de Infantería, y parece torcer en dirección a Cobisa (este tramo, realmente, era el conocido como Camino del Ventorro que antigüamente le unía con esa misma población). En este mismo punto confluían también el camino Real y el conocido como camino de Toledo, que viniendo de Burguillos, se dirige a la ciudad. Parece, por tanto, como si este lugar hubiera sido la referencia donde se encuentran los caminos que provenían de ambas poblaciones vecinas, para luego incorporarse a la vía principal que ya de por sí era el camino Real. Por ese motivo, también, y por el gran número de viandantes que circulaban por este punto,  debió instalarse en este lugar esta pequeña venta, lugar a su vez de encuentro y aposento.




Los restos que se aprecian, corresponden a los arranques de los muros que conforman la estructura del edificio, aparentemente rectangular y situado en oblicuo, así como otro muro recto y de mayores dimensiones que se encuentra algo más abajo. También, a unos 50 metros de la edificación principal, al otro lado de la valla que delimita los terrenos de la Academia de Infantería, se localiza el pozo con el que, probablemente, se abastecía la venta.

Para darnos una idea de la importancia de estos establecimientos, en la época en la que se enmarcan, basta con dar un repaso al número de ellos que se localizan en las inmediaciones. Así, siguiendo por este mismo camino, en dirección a Toledo, la próxima venta será la de Santa Ana, situada junto a la ermita del mismo nombre. Si tomamos la dirección contraria y volvemos hacia Burguillos, nada más pasar la ermita de san Blas, encontramos el ventorrillo de Fernando. No lejos del ventorro del tío Genaro, pero ya en el camino Real de Sevilla, donde también se encuentra la Venta Blanca, localizamos dos ventorros más, prácticamente juntos: el de la Pajarilla y el de la Mocha. Así podríamos seguir enumerando, si continuamos alejándonos en una u otra dirección, aunque aquí el número se acrecienta, dada la gran cantidad de caminos que confluyen en esta zona.



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