Emocionado se mostraba don Juan, nuestro párroco, cuando al inicio de la misa que celebrábamos hoy en la ermita, nos recordaba la importancia de este día, que él calificaba como histórico. Sin darnos cuenta, después de tantos años de ausencia, sin duda, con la vuelta de la Virgen a su altar se estaba haciendo historia.
Mirad, habíamos elegido esta fecha y el lugar para hacer nuestras ofrendas a la Virgen María, una tradición
propia del mes de mayo, que es el “mes de las flores” y, a su vez, el mes de la
Virgen por excelencia. Y lo hicimos en su
ermita, porque a pesar de la devoción que profesamos a San Blas -en ésta que
también es su casa-, sin duda, es a la Virgen María a quien realmente está
dedicado este templo. Concretamente, en su advocación de la Inmaculada y con el
título de Nuestra Señora de Burguillos, denominación que ahora raramente
utilizamos, quizá porque la desaparición de su imagen ha hecho que, poco a
poco, su recuerdo se fuera diluyendo.
Desde la Asociación
queremos agradecer esta iniciativa a nuestro párroco, don Juan, y al resto de
miembros del Consejo Parroquial, porque además de volver a contar con la presencia de la Virgen en la ermita, esta
romería supone la recuperación de otra
antigüa tradición burguillana, relacionada con nuestros antepasados y
con la vitalidad que esta ermita ha demostrado a lo largo de los siglos.
Por eso, nosotros
también queremos aportaros algunos datos históricos que puedan servir para conocer mejor esas
antigüas costumbres de nuestro pueblo,
relacionadas con la Virgen y su ermita.
Y así, la primera
referencia escrita de que disponemos es, ni más ni menos, que del año 1209. Es decir, hace ya más de ocho
siglos, que ya quisieran para sí otras muchas iglesias que presumen de cierta
antigüedad. En este caso, se trata de un documento otorgado por doña Charina, una persona acomodada de
la ciudad de Toledo, que ya en aquella época quiso contribuir al sostenimiento de esta ermita,
mandando, en su testamento, que de su herencia se donara un mizcal de plata (que era una moneda de la época) para la ermita de Santa
María de Burguillos. Esto demuestra que ya en aquella época existía este templo
y que ya estaba dedicado a la Virgen, gozando, incluso, de cierta fama hasta entre
los ciudadanos de la capital del Reino
de Toledo.
Poco sabemos de lo que
aconteciera a la ermita durante el resto de la Baja Edad Media, pues no tenemos
más noticias de ella hasta el año 1576,
con motivo de la redacción de las conocidas como Relaciones Topográficas de
Felipe II. Será, éste, un nuevo documento que refrende muchas de las anteriores
afirmaciones. En ellas se destaca la antigüedad de la ermita, citando que ya
existía cuando los árabes aún tenían en su poder el castillo de Calatrava. Si tenemos en cuenta que esta fortaleza no sería conquistada por Alfonso VII hasta el año 1147, fijaros hasta qué fechas podría remontarse el origen de esta ermita. Y por ese motivo, y ser continuas
las incursiones de tropas enemigas (intentando reconquistar Toledo), también se
construyó a modo de casa fuerte. Es decir, que inicialmente podría haber tenido
un cierto aire fortificado, con elementos militares y defensivos, donde los
campesinos podrían refugiarse y encomendarse a su virgen protectora. Incluso, podría haberse utilizado como atalaya o torre de vigilancia, desde la cual sería más fàcil detectar esas incursiones militares y alertar a la gente que trabajaba los campos.
También se cita en este documento, ¡cómo no!, la existencia de una
imagen de la Virgen, tallada en piedra y del tamaño de la estatura de una
persona de la época. Otro dato que también consideramos más que interesante,
porque ésa es quizá la única descripción que tenemos de la imagen.
Se nos habla igualmente,
en las citadas relaciones, de la
enorme devoción por esta Virgen y de la concurrida peregrinación de gentes que
venían de muchos lugares de la comarca. Pero, para tener ya las primeras
referencias de celebraciones populares y sus fechas concretas, en honor a la
Virgen, tenemos que recurrir a otros documentos más modernos, elaborados a partir del primer
tercio del siglo XVIII, donde ya se hace mención expresa a ciertas procesiones,
fiestas o romerías que tenían lugar en la ermita.
Uno de ellos nos habla
ya de la primera romería, que se celebraba el día 3 de mayo, coincidiendo con
la festividad conocida como la Cruz de Mayo. Estaba organizada por una soldadesca, que procesionaba hasta la
ermita, acompañada por una banda de tambores. Tal debía ser la concurrencia,
según las crónicas, que con los ofrecimientos y donativos que los romeros
hacían ese día, se mantenía la ermita durante el resto del año y aún así
quedaban caudales suficientes para hacer otras obras y reparaciones.
Pero, además, y aunque
no pueda determinarse exactamente la fecha de su celebración, también sabemos,
que, en determinada época, la Virgen del
Rosario era trasladada en procesión hasta la ermita. Si bien, es más probable que fuera en octubre, el día de
su fiesta, ya que tanto ésta, como la anterior, se citan en el mismo documento
como coetáneas y no parece tener mucho sentido que ambas se celebraran en el
mismo mes de mayo.
Finalmente, y para no
aburriros más con estos datos, citar la procesión que los vecinos de Cobisa
tenían costumbre hacer el primer domingo de mayo de cada año, aunque la razón
de la misma fuera otra bien diferente. El documento dice que desde el año 1568
se venía haciendo esta procesión hasta la
ermita, donde luego se celebraba una misa cantada. Después se repartía una
limosna de pan, queso y vino, en el patio de la ermita. Y todo ello después de
que el día 30 de abril de aquel año se formara una tremenda tormenta de truenos
y granizo, que asoló los términos de los pueblos de la comarca, excepto el de
Cobisa, por lo que sus habitantes hicieron voto de acción de gracias a Nuestra
Señora de Burguillos, a la que se habían encomendado.
En definitiva, han sido
muchas las fiestas y celebraciones que se han venido celebrando en la ermita durante
el mes de mayo, a lo largo de su historia Por eso, los que, junto a vosotros,
hemos luchado por la restauración de esta legendaria ermita, nos alegramos de participar, tambien con vosotros, en la recuperación de una de esas tradiciones marianas del mes de mayo que nos permite, asimismo, volver a
contar con la presencia de la Virgen en su altar.
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