La víspera de este día es tradicional que se hagan grandes luminarias en diversos barrios del pueblo. Antiguamente se sacaban todos los trastos y muebles antiguos para que se quemaran en el fuego y los niños jugaban tiznando la cara de la gente con los corchos de las botellas de sidra que calentaban en la lumbre insertándolos en una caña o un palo largo. El día de la fiesta, los mozos engalanaban las mulas y daban tres vueltas a la plaza con ellas. También se rifaba el cerdo que se había soltado un año antes y que deambulaba por las calles, comiendo lo que se le dejaba a las puertas de las casas. A la tarde se hacía procesión con la imagen del santo.
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