El saúco (sambucus) es un árbol caducifolio, de la familia de las Adoxáceas, originario de zonas templadas a subtropicales de ambos hemisferios, aunque más extendido en el Hemisferio Norte. Es muy abundante en toda Europa, especialmente el centro y sur. Se trata de árboles pequeños, de entre 3 y 7 metros de altura, de hojas pinnadas. Hacia finales de primavera y principios de verano se cubre de grandes grupos de pequeñas flores, de color blanco o crema, y son seguidas por pequeños grupos de bayas de color negro.
Desde la edad de piedra el hombre se ha valido del saúco como alimento, medicina, en ritos religiosos y mágicos, como planta de jardín y para fabricar silbatos (utilizando su madera hueca). Entre sus numerosas propiedades se le atribuyeron incluso virtudes mágicas. Para usos medicinales se recolectan las flores y frutos, aunque también tienen utilidad las hojas y la corteza. La infusión de flores secas es un buen remedio para las afecciones de vías respiratorias, anticatarral y eficaz contra los resfriados, gracias a su acción sudorífica. Es calmante, depurativo, diurético y laxante. También se usa externamente en compresas y baños para los ojos.
Este ejemplar, se encuentra en el patio de la ermita de San Blas, pero no abunda por el resto del término de Burguillos, aunque sí se han llegado a catalogar varios ejemplares. Se desconoce cuándo fue plantado aquí, ya que en el resto del recinto del cementerio es el ciprés el que toma el protagonismo, como símbolo cristiano, habitual en los camposantos.
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