domingo, 23 de noviembre de 2014

La Casilla




Se sitúa este paraje al sur de la población, asentado en un lugar elevado, a la derecha de la carretera nacional 401, en dirección a Sonseca y Ciudad Real. A los más mayores es frecuente oirles hablar de esta zona con el nombre de "la casilla" y siempre me había preguntado del por qué de este topónimo.

Ya hemos dedicado otros post de este blog a las ventas y ventorros que se situaban al lado de los diferentes caminos que atraviesan por el término de Burguillos y que en otra época constituían las principales vías de comunicación entre el norte y sur peninsular. Llegado el siglo XIX los trazados de las nuevas carreteras fueron relegando a aquellos antigüos caminos y el tráfico rodado fue sustituyendo paulatinamente a los medios de comunicación que circulaban por ellos.

Con las nuevas carreteras las distancias se hicieron más cortas y los vehículos acortaron también los tiempos empleados en recorrerlas, por lo que aquellos "establecimientos hoteleros" ya no tenían sentido tan cerca de la capital y se fueron desplazando cada vez más lejos, para dar sentido a su principal función de descanso y servicio a los viajeros.

Aparecieron, por contra, otros edificios de singular parecido, en cuanto a su arquitectura se refiere y en cuanto al hecho de encontrarse junto a las nuevas carreteras, pero fuera de las poblaciones y en lugar aislado. Se trataba de las casillas de los peones camineros que se encargaban, con carácter permanente, del mantenimiento de aquellas carreteras. Cada peón caminero tenía asignado un tramo de  carretera (inicialmente una legua, o lo que es lo mismo, cinco kilómetros y medio) del cual se encargaba y en el que debía permanecer durante todo el año. Para alojarse, se construyeron estas pequeñas casas, de planta baja, siempre aisladas y solitarias, que pronto recibieron el apelativo de "casillas".



Desgraciadamente quedan pocos ejemplos de aquellas casillas en nuestra provincia, aunque no en otros lugares de España. De la de Burguillos sólo quedan en este lugar las huellas de sus cimientos y la del pozo que daba servicio a la casa; y, en el recuerdo, la del tío Canuto, uno de aquellos camineros que la ocuparon.

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