sábado, 14 de noviembre de 2015

Convento de la Trinidad


Continuando con la sección dedicada a nuestra iglesia parroquial, y más concretamente, con los retablos que decoran actualmente sus altares, que proceden de la iglesia de San Marcos (o de la Trinidad, como ya es conocido), creo necesario ahondar un poco más en la historia de este otro templo toledano, como base para poder documentar y demostrar dicha procedencia.

El apelativo de San Marcos -más popular que otra cosa-, no hace honor a la advocación de este templo, puesto que, en realidad. lo que fue, no es sino  la iglesia del extinguido monasterio de varones de la Orden de la Trinidad Calzada (Convento de la Santísima Trinidad o de trinitarios calzados), uno de los más antigüos de la ciudad de Toledo. Primer y único que se fundó dentro de los muros de la ciudad, según apunta Don Sixto Ramón Parro, en su libro Toledo en la mano. Así, se fija su fundación en el año 1220 y siempre estuvo en el mismo lugar, dando nombre a la calle de la Trinidad que, desde el Arco de Palacio, llega a la plaza de El Salvador.

Lo que ocurre, es que fue en esta iglesia donde finalmente se albergó la parroquia mozárabe de San Marcos, después de su periplo por otras iglesias cercanas; tras el hundimiento y posterior demolición de su antigüa iglesia (año de 1778), situada entre los conventos de Santa Úrsula y de Santa Isabel. Así, en primer lugar, fue trasladada -junto a la anexionada de San Antolín- a la vecina de San Bartolomé. Posteriormente, ambas pasaron a San Cristobal (1790) y, finalmente, a la de San Salvador (1798), donde un incendio de esta última (1823) forzó otro traslado provisional a la de San Miguel de los Ángeles. Fue hasta 1829, año en que se concluiría la restauración de San Salvador. Ya en 1823, tras esta última catástrofe, habría acudido el convento de la Trinidad en socorro de esta parroquia, pero sería en 1835 cuando se decidió el traslado definitivo a este edificio, estando el convento  ya deshabitado y la iglesia sin uso.

La parroquia continuó hasta época reciente, en que fue suprimida. El convento, sin embargo, había sido objeto de incautación, como otros muchos, en el año 1821, fruto de las primeras medidas desamortizadoras liberales. Previsiblemente, a raiz del decreto de 1 de octubre de 1820, mediante el cual se suprimieron la mayor parte de los monasterios de las órdenes monacales. De esta manera, sus bienes pasaron a declararse  de propiedad nacional y sujetos a su inmediata desamortización, aunque algunos de ellos no lo fueran hasta la segunda y tercera desamortizaciones.

El convento sería destinado, después, a cuartel de la guarnición de Toledo, quedando luego deshabitado durante varios años, por lo que fue arruinándose paulatinamente. Finalmente, hacia 1935, el ayuntamiento de la ciudad solicitó su cesión y procedió a su demolición, no conservándose en pie nada del edificio (salvo la iglesia), instalándose en su solar un paseo público, que hoy constituye uno de los más grandes espacios abiertos del casco histórico de la ciudad de Toledo. Sí es posible encontrar, sin embargo, dos de las fachadas de este convento, reubicadas en la antigüa alóndiga de la ciudad, utilizada hasta época reciente como estación  de autobuses, justo debajo del paseo del miradero. Una de ellas, de frontispicio redondo, conserva el escudo de la orden trinitaria.



Esta es una de las escasas imágenes que se conservan del Convento y de la entrada situada en la denominada Cuesta de la Portería de la Trinidad, que discurría entre el pasadizo de Balaguer y la Plaza de El Salvador, hoy totalmente desfigurada al demolerse el convento. Corresponde al año 1915.


Importante era el patrimonio que poseía este monasterio y con especial significación las propiedades rústicas que tenía en Burguillos de Toledo, ya que desde la primera desamortización (año 1821), aparece la tasación de una hacienda que poseían en nuestro pueblo, compuesta por una casa y 142,5 fanegas de tierras, 3520 olivas y 51 aranzadas de viña, con una renta estimada por los peritos desamortizadores en 11.392 reales. Esta cifra ascendía a un 25% de sus rentas totales, tanto las rústicas, como las urbanas, lo cual da idea de su importancia.

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