¿De qué sirven esa lista roja de edificios en riesgo de desaparición, o la declaración de bienes de interés cultural, si no se asignan recursos para preservarlos?. Lamentablemente, cada día encontramos en nuestro entorno un casona en ruinas, una ermita abandonada o un palacio del que sólo se conservan una parte de sus muros o de sus fachadas. Porque cada año que pasa se desploma un nuevo elemento de su estructura. Y eso sin contar con temporales recientes como "Filomena", que ha causado daños hasta en edificios en mejor estado de conservación. Realmente, tanto la completa, como la paulatina desaparición de muchos de ellos, pasa inadvertida hasta para sus propios vecinos. Tenemos ejemplos cerca de aquí.
No es el caso de Burguillos de Toledo, que supo anticiparse o acertó para concienciarse a tiempo de evitar un desvencijamiento total de la cubierta de esta iglesia, conocida popularmente como ermita de San Blas, pero que en realidad estuvo dedicada a una Virgen con la advocación de Ntra. Sra. de Burguillos.
La restauración de este templo, tras quince largos años de esfuerzos y desvelos, por fin llega a su culminación, para satisfacción de unos y otros; aunque aún falten algunos detalles por recuperar, como el retablo del altar mayor y los colaterales del crucero. Y aún con la obra ejecutada en su totalidad, sus verdaderos artífices, los vecinos, deberán continuar efectuando aportaciones económicas para el pago de la misma. Al menos dos años más, si no encuentran algún otro tipo de recursos para su financiación inmediata.
Pero eso no importa en este momento. Ahora toca festejarlo y va a ser en este mes de mayo, "mes de María". Mes de la Virgen, y por tanto, de Nuestra Señora de Burguillos, cuando se dispongan a hacerlo. Para ello, se ha preparado una jornada de puertas abiertas en la ermita el día 31 de mayo, que concluirá con la celebración de una misa en honor a la Virgen, a las 8 de la tarde.
Durante todo el día se podrán contemplar las mejoras llevadas a cabo en el interior del templo, desde el pasado mes de diciembre hasta hoy, y que han consistido, básicamente, en el arreglo de paramentos, molduras decoradas de la cornisa, bóvedas, solado e instalación eléctrica de la que carecía. Todo ello, después de haber acometido una profunda remodelación de la estructura de los tejados de la nave, cúpula y capillas, que se ha venido costeando durante diez largos años con el pago de cuotas y donativos de particulares.
No hay que olvidar que este edificio estuvo ocupado durante la guerra civil desencadenada en el año 1936 y todo él fue saqueado, suprimido el culto y destruidos todos sus ornamentos sagrados, para ser utilizado como cuartel de las milicias que durante tres largos años lucharían en el denominado Frente Sur del Tajo. Incluso sus alrededores fueron objeto de diferentes bombardeos, mientras se mantenía una alta intensidad de fuego cruzado a no muchos metros de allí.
Finalizada la guerra, el edificio quedó abandonado y sumido en el olvido durante más de sesenta años, mientras sus tejados iban cediendo al tiempo y con ellos los forjados del camarín de la virgen y de la sacristía, los primeros en venirse abajo y repercutir en el deterioro del resto de la estructura. El tejado de la nave principal comenzó a hundirse, el pedestal y la cruz de la cúpula cedieron, y la bóveda se agrietó longitudinalmente por la falta de armazón que sujetara los muros. El riesgo de ruina era irreversible, salvo que se adoptara una solución de urgencia. Y así se hizo
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