Volviendo a lo que fue el proceso desamortizador en los conventos toledanos, todos ellos fueron desposeídos hasta del último objeto de valor que hubiera dentro de sus muros, al igual que sucedió con los muebles y enseres. Tal es el caso de las campanas de sus iglesias, oratorios, torres o espadañas, que fueron fundidas, procediéndose después a la subasta del metal obtenido en este proceso.
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