A pesar de lo desapacible del tiempo, la noche quiso hacer un paréntesis para que se pudieran celebrar las tradicionales luminarias de San Antón, que desde hace días estaban preparadas en sitios tan habituales como la Plazuela. Hasta la luna quiso hacerse un hueco entre las nubes para asomarse.
Desde bien antigüo se celebran estas luminarias en Burguillos, en honor a San Antón, y como era tradición, las gentes se agrupaban por barrios, reuniendo troncos y ramas en un lugar concreto, durante varios días antes. La víspera de San Antón se encendían y los vecinos se agrupaban en torno a ellas para comer y beber lo que entre todos aportaban, y que no eran sino productos típicos de elaboración doméstica como vino, chorizos, queso o dulces caseros; departiendo alegremente durante toda la noche, en torno al calor de la lumbre.
Al día siguiente era costumbre acudir con las caballerías a la puerta de la iglesia, para que fueran bendecidas, engalanándose todas las mulas y los burros del pueblo con cintas, pañuelos y otros adornos, haciéndose una gran fiesta.
Desde bien antigüo se celebran estas luminarias en Burguillos, en honor a San Antón, y como era tradición, las gentes se agrupaban por barrios, reuniendo troncos y ramas en un lugar concreto, durante varios días antes. La víspera de San Antón se encendían y los vecinos se agrupaban en torno a ellas para comer y beber lo que entre todos aportaban, y que no eran sino productos típicos de elaboración doméstica como vino, chorizos, queso o dulces caseros; departiendo alegremente durante toda la noche, en torno al calor de la lumbre.
Al día siguiente era costumbre acudir con las caballerías a la puerta de la iglesia, para que fueran bendecidas, engalanándose todas las mulas y los burros del pueblo con cintas, pañuelos y otros adornos, haciéndose una gran fiesta.
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