El arroyo de la Rosa nace en el término municipal de Ajofrín, en los alrededores de la finca Alimán, pero el cauce medio del mismo discurre por el de Burguillos de Toledo. Desde el caserío de Sielma (un antigüo tejar perteneciente al convento de Santa Isabel de los Reyes, de Toledo), hasta la propia población, pasando por la Casa Meca y Venturada, una amplia zona de siembras que riega el cauce del arroyo; continuando luego hasta la dehesa de Torremocha, donde comienza el término municipal de la ciudad de Toledo.
Este primer tramo que hemos definido, discurre entre el caserío de Sielma (el tejar) y la Casa Meca, lugar donde merece la pena que nos detengamos más adelante, para dedicar a ese punto del recorrido una próxima entrega, dado el papel que ha jugado siempre en el devenir de este arroyo.
Nada más abandonar las charcas que forma en el caserío de Sielma, el cauce no parece definirse por completo y sigue formando ensanchamientos cubiertos de juncales y maleza. Evidencia que nos hace pensar -junto a restos de otro cauce más estrecho, paralelo al actual-, en la acción de la mano del hombre, posible causante del desvío premeditado de su trayectoria natural, desde tiempos ya remotos.
Tan sólo, algo más abajo, el cauce vuelve a encajonarse y comienza a definirse otra vez entre los campos circundantes, sembrados de cereal en estas fotos, tomadas en primavera. Nos muestra desde aquí un caudal de agua casi permanente a lo largo de todo el año, aunque sólo se trate de una fina película de agua, cuyo margen se encuentra siempre rebosante de maleza, ya sean hierbas, cardos o juncos. La existencia de otro manantial en esta zona, que alimentara el arroyo, podria ser la causa de este continuo discurrir de agua, desde aquí hasta su desembocadura en el Tajo.
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