Aunque de manera muy tímida, durante 2015 continúan los trabajos de rehabilitación de la ermita, que comenzaron allá por el año 2008. En esta ocasión ha sido el turno para la sacristía, situada en la parte baja del testero de la iglesia, justo debajo del camarín. Esta zona la encontramos completamente hundida en el momento de afrontarse la recuperación de este edificio, manteniéndose sólo en pié las paredes y muros que formaban estas dependencias, por lo que, inicialmente, no hubo más remedio que desmantelarlas y desescombrarlas. Se conservaba también el solado, compuesto de baldosas de barro cocido, que aunque apenas se aprecia en estas imágenes, sí podrá recuperarse en su integridad.
En diciembre del año 2008 se había procedido al montaje de las vigas de madera que conforman el techo de la sacristía, a imagen de las primitivas que había instaladas, pero que, con el hundimiento del forjado, se habían perdido. Entre las vigas se instalaron molduras de escayola abovedadas, hechas a medida para este fin, asemejando también a las originales. Posteriormente se colocó un forjado de hormigón sobre estos elementos estructurales, conformando el suelo del camarín que se sitúa en el cuerpo superior de esta sacristía.
Las paredes de la sacristía, que estaban recubiertas de tierra yeso, habían ido perdiendo este recubrimiento poco a poco, durante el tiempo que los tejados estuvieron hundidos y, por tanto, mientras el conjunto había quedado a la intemperie y castigado por las inclemencias del tiempo. Este deterioro permitió que afloraran las paredes originales, realizadas con mampostería y aparejo toledano, una fábrica mixta de ladrillos y piedra sin labrar (proveniente del entorno), cajeada en su parte superior, que se ha decidido recuperar, en esta ocasión, con la reposición de los ladrillos deteriorados y el llagueado de todo el conjunto, una vez limpio de todo recubrimiento anterior.
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