Mes veraniego en lo climatológico, como ya nos anunciaba Mayo. Continuó el calor sofocante y la ausencia de precipitaciones, con una masa de aire cálido asentado sobre la península que nos dejó las temperaturas más calurosas en décadas para estas fechas, llegando a superarse los 40 grados centígrados durante la semana de celebración del Corpus. Al final de mes llegaron a suavizarse ostensiblemente, pero sin la llegada del preciado elemento.
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Verano que también nos quiso anticipar el Ayuntamiento con su programa de actividades "plenijúnicas" con las que pretendía re-inaugurar El Plantel, después de unas obras de remozado que no pudieron mostrarse antes de que finalizara el mes, como así se dió a entender en un principio. Echando balones fuera, se responsabilizó a terceros de estos retrasos y culpando a la compañía eléctrica, concretamente, de un problema en el suministro que impidió la puesta en marcha del nuevo sistema de climatización. Las actividades hubieron de trasladarse, por tanto, a la Plaza de la Constitución y a las propias dependencias del Ayuntamiento (patio cubierto interior que viene utilizándose como sala de exposiciones y para otro tipo de actos). Afortunadamente, el escaso número de asistentes en cada una de ellas permitió que el aforo de este recinto fuera suficientemente holgado para acogerlas y que la mayor capacidad de El Plantel no pusiera en evidencia el escaso poder de convocatoria que, de manera ya más que evidente, tienen estas actividades. Dirigidas mayormente a niños, con vistas a recibir la temporada veraniega, la participación en todas y cada una de ellas (sin excepción) puede calificarse como desastrosa. Para justificar su soledad en uno de estos actos, algún miembro/a de la Corporación se atrevió a cargar contra el resto de vecinos del pueblo por su insolidaridad e hipocresía, según puede extraerse de sus propias declaraciones.
No sucedió lo mismo con la celebración de la festividad del Corpus Christi. Y es que parece que las actividades religiosas son las que mantienen el nivel de consolidación del que nuestro pueblo presume y presumía en cuanto a sus tradiciones. Si el sábado día 10 tenían lugar las Confirmaciones en la Parroquia, dando continuidad a las Comuniones, el domingo día 18 era el turno del Corpus Christi y de su tradicional procesión por las calles de la localidad. Celebración en la que se volcó un gran número de vecinos y, si algo restó participación, fue la ola de calor que nos visitaba en esas fechas, pero no las ganas de disfrutar de esta tradición que perdura desde hace siglos. Encomiable la labor de los vecinos por donde transcurre la procesión ya que, además del tomillo y las alfombras de serrín que preparan los padres de los niños que celebraron la Primera Comunión, todas las fachadas aparecían engalanadas y decoradas con mantones, flores, guirnaldas, tiestos y un gran número de altares. Destacar el altar principal, delante de la Casa Parroquial, inspirado este año en aquel tabernáculo dedicado a Yahveh por los primeros israelitas, y con un toldo que le protegia de los rigores de este prematuro verano.
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No sucedió lo mismo con la celebración de la festividad del Corpus Christi. Y es que parece que las actividades religiosas son las que mantienen el nivel de consolidación del que nuestro pueblo presume y presumía en cuanto a sus tradiciones. Si el sábado día 10 tenían lugar las Confirmaciones en la Parroquia, dando continuidad a las Comuniones, el domingo día 18 era el turno del Corpus Christi y de su tradicional procesión por las calles de la localidad. Celebración en la que se volcó un gran número de vecinos y, si algo restó participación, fue la ola de calor que nos visitaba en esas fechas, pero no las ganas de disfrutar de esta tradición que perdura desde hace siglos. Encomiable la labor de los vecinos por donde transcurre la procesión ya que, además del tomillo y las alfombras de serrín que preparan los padres de los niños que celebraron la Primera Comunión, todas las fachadas aparecían engalanadas y decoradas con mantones, flores, guirnaldas, tiestos y un gran número de altares. Destacar el altar principal, delante de la Casa Parroquial, inspirado este año en aquel tabernáculo dedicado a Yahveh por los primeros israelitas, y con un toldo que le protegia de los rigores de este prematuro verano.
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En lo político, a lo largo del mes continuaron las disputas plenarias y la ya tan manida forma de gobierno que preside nuestro Ayuntamiento. No sé si pueden compararse, pero me viene a la mente el título de una película: "El disputado voto del señor Cayo". No se trata de buscar un paralelismo concreto, sino que, simplemente, también en Burguillos de Toledo hay una persona que ha ido acaparando la única atención de la cotidiana actividad política del pueblo (en detrimento de nuestro poplarísimo alcalde, claro). Y es que, mientras esta persona intenta llegar a dónde pretende, sea por el camino que sea, y nuestro alcalde trata de aferrarse a alguien que pueda levantar ésto, sea como sea, todo pasa por la figura del recientemente nombrado teniente de alcalde, cuya trayectoria y ascenso -después de obtener la concejalía el mes pasado-, parece fuera de todo tipo de dudas. Si ya tenía protagonismo con el papel de colaborador que venía ejerciendo hasta la fecha, a fe que ahora se ha encargado de ponerse él mismo en la picota, para ocupar un lugar más destacado en este cúmulo de desatinos de los que es partícipe.
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Y si la polémica había sido el denominador común en la gestión del equipo de gobierno municipal a lo largo del año, Junio no podía ser menos y así nos sorprendió con otro de sus cuestionados golpes de timón (sin consulta ni consenso vecinal, por cierto) como fue el repintado de la fachada de El Plantel, que pretende ser otra de sus obras insignia, al igual que sucedió en época de anteriores alcaldes. Aunque hay que recordar que el centro sigue el mismo que se concibió hace muchísimos años y, por tanto, sigue siendo igual de obsoleto para los tiempos actuales, por muchos lavados de cara que se le pretendan hacer. La fachada caribeña con la que se ha decorado el mismo, en un tono rosa palo, así como el Centro Social y el de Jubilados, además de las burlas y chistes que ha generado, atentan contra la arquitectura tradicional, no sólo de nuestro pueblo, sino de nuestro entorno, por lo que bien harían en reconsiderarlo. Sin embargo, y a tenor de la decoración que también se ha elegido para la piscina municipal, estos tonos pastel parece que han venido para quedarse y, de seguir así, algún día de despiste nos levantaremos creyendo que vivimos en el casco antigüo de La Habana Vieja. ¡Curiosa coincidencia, por cierto!.
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