Todos los alcaldes son recordados por algo. Suelen dejar su huella en las principales obras públicas que se ejecutan durante su mandato. Ellas son el mejor reflejo de su gestión personal (a veces caprichosa, a veces estridente y, en ocasiones... más que polémica). Además, son la huella que perdura a lo largo del tiempo para recordarnos sus actos y su forma de obrar.
Si Anselmo de la Cruz (q.e.p.d.) es recordado por la construcción de las nuevas viviendas sociales o por la remodelación del Ayuntamiento, Julián Turrero se asocia con el Pabellón Deportivo y con la conocida "rotonda del carro", principalmente. También fue suyo el ensanche de la plaza de la Constitución, el arco levantado en ella o la Plaza de los Álamos (de nueva traza). Su sucesor, Mariano Sánchez (2011-2015), afrontó la re-ordenación urbana de la travesía de la carretera de Ciudad Real (antigua Nacional 401) que también generó sus polémicas.
José Castro también intentó dejar su impronta, pero quizá sólo haya dejado una herencia para ser recordado por un sinfin de obras finalmente paralizadas o inacabadas al finalizar su legislatura, ninguna de ellas exentas de polémica. Tan inútiles o irracionales como la renombrada popularmente como "pradera" de San Pedro, la Báscula Municipal o el muro del estanque de los patos. Todas ellas denunciadas de una u otra manera, ya sea por particulares o por la propia administración pública y la Confederación Hidrográfica del Tajo.
Tampoco serán recordados como suyos los "cuatro" árboles sembrados por el consistorio al cabo de estos cuatro años (porque ya no queda ninguno) o las denominadas actuaciones "arqueológicas" realizadas en el Ayuntamiento (porque no tienen valor añadido). Aunque quizá, eso sí, nunca se olvide la famosa carroza mortuoria que adquirió nuestro último edil para, según confiaba él, hacer las delicias del pueblo.
Quizá su error radicara en haber pensado en "Seguir Mejorando Burguillos", en lugar de haber aprovechado estos cuatro años para acertar con lo que realmente debía de haber hecho para conseguir el objetivo que propuso a los suyos: ¡Ganemos Burguillos!.
Si Anselmo de la Cruz (q.e.p.d.) es recordado por la construcción de las nuevas viviendas sociales o por la remodelación del Ayuntamiento, Julián Turrero se asocia con el Pabellón Deportivo y con la conocida "rotonda del carro", principalmente. También fue suyo el ensanche de la plaza de la Constitución, el arco levantado en ella o la Plaza de los Álamos (de nueva traza). Su sucesor, Mariano Sánchez (2011-2015), afrontó la re-ordenación urbana de la travesía de la carretera de Ciudad Real (antigua Nacional 401) que también generó sus polémicas.
José Castro también intentó dejar su impronta, pero quizá sólo haya dejado una herencia para ser recordado por un sinfin de obras finalmente paralizadas o inacabadas al finalizar su legislatura, ninguna de ellas exentas de polémica. Tan inútiles o irracionales como la renombrada popularmente como "pradera" de San Pedro, la Báscula Municipal o el muro del estanque de los patos. Todas ellas denunciadas de una u otra manera, ya sea por particulares o por la propia administración pública y la Confederación Hidrográfica del Tajo.
Tampoco serán recordados como suyos los "cuatro" árboles sembrados por el consistorio al cabo de estos cuatro años (porque ya no queda ninguno) o las denominadas actuaciones "arqueológicas" realizadas en el Ayuntamiento (porque no tienen valor añadido). Aunque quizá, eso sí, nunca se olvide la famosa carroza mortuoria que adquirió nuestro último edil para, según confiaba él, hacer las delicias del pueblo.
Quizá su error radicara en haber pensado en "Seguir Mejorando Burguillos", en lugar de haber aprovechado estos cuatro años para acertar con lo que realmente debía de haber hecho para conseguir el objetivo que propuso a los suyos: ¡Ganemos Burguillos!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario