La retama amarilla, originaria de la mayor parte de la Península Ibérica y del Norte de África, es una de las plantas silvestres más abundantes en nuestro entorno. Se trata de un arbusto muy ramificado, desprovisto de hojas, cuyos tallos salen directamente del suelo, formando ramas muy largas, ligeramente curvadas. A finales de primavera y comienzo de junio se cubre de unas flores papaleonáceas amarillas muy pequeñas, agrupadas en racimos. Su fruto tiene forma de legumbre, más o menos ovoidea, con una sola semilla en su interior, que al secarse adquiere una elevada rigidez.
Puede alcanzar 3 metros de altura y formar matorrales muy extensos, si bien el término de Burguillos está muy labrado y sólo crece en el entorno de la sierra de Nambroca y de la Casa Meca, junto al arroyo de la Rosa y en el antigüo camino de Toledo, siendo el resto, pequeños eriales entre terrenos cultivados e, incluso, algún jardín donde han arraigado las semillas trasladadas por el viento. Se trata, siempre, de lugares secos y abiertos.
Tolera muy bien los fríos invernales y los rigores del verano. Antigüamente se utilizaba para calentar los hornos de las varias panaderías que había en Burguillos, para hacer escobas o en las matanzas, para quemar la piel del cerdo; y se sigue utilizando para alfombrar las calles, con motivo de la procesión del Corpus Christi.
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