En las guías de viajeros de principios del siglo XIX (1823,1842 y 1843) y en la Guia general de correos, postas y caminos del Reino de España (1830), se detalla claramente el itinerario que seguía el camino de Madrid a Cádiz; el cual, pasando por Ciudad Real, Córdoba y Écija, se había convertido en uno de los principales ejes vertebradores de la península ibérica desde la Edad Media. Se trataba de un camino carretero, también utilizado como cordel de ganados por la Mesta, conocido como Camino Real de Sevilla.
La Venta Blanca fue una posada situada junto a este camino, la cual se cita siempre como referencia e importante parada o lugar de hospedaje del mismo, por su situación, justo a dos leguas de Toledo (hay que tener en cuenta que las puertas de la ciudad se cerraban por la noche y había que esperar al día siguiente, por lo que era necesario resguardarse de las inclemencias del tiempo, dar de comer a las caballerías y descansar). También adoptó este nombre todo el paraje que la rodeaba, ubicado al noreste de Burguillos, justo al límite de su término municipal, lindando con el de Nambroca. El mismo apelativo recibe también el camino que, partiendo del camino Lobo, une la población con la venta.
El documento más antigüo en el cual se cita esta venta es de 1691. No obstante, en las Relaciones Topográficas de Felipe II, del año 1576, el Corregidor de Toledo, Juan Gutiérrez Tello, ya hacía referencia a ella: "...dendesta puerta de Nuestra Señora, que antes se llamava de Alcantara, camino de Andaluzia, ay las ventas siguientes: la venta de Santana, la venta de Pero Sánchez, la venta Blanca, la venta de Pedrero...". Posteriormente, en el Catastro de la Ensenada de 1751, se dice que en la misma habitaban permanentemente el ventero y su familia, vecinos de Burguillos, a cuyo término municipal pertenecía y pertenece este paraje.
La puesta en funcionamiento de la carretera N-401, entre Toledo y Ciudad Real, que se empezó a construir en el año de 1868, acapararía el tránsito de vehículos y carruajes a partir de entonces, condenando a este camino al ostracismo. En la actualidad, el lugar se encuentra abandonado y las edificaciones derruidas. Sólo el trazado de la Autovía de los Viñedos que pasa por la margen contraria al camino, nos permite añorar lo que entonces fuera el trajín de los muchos caminantes y arrieros que antaño utilizaban este itinerario.
La Venta Blanca fue una posada situada junto a este camino, la cual se cita siempre como referencia e importante parada o lugar de hospedaje del mismo, por su situación, justo a dos leguas de Toledo (hay que tener en cuenta que las puertas de la ciudad se cerraban por la noche y había que esperar al día siguiente, por lo que era necesario resguardarse de las inclemencias del tiempo, dar de comer a las caballerías y descansar). También adoptó este nombre todo el paraje que la rodeaba, ubicado al noreste de Burguillos, justo al límite de su término municipal, lindando con el de Nambroca. El mismo apelativo recibe también el camino que, partiendo del camino Lobo, une la población con la venta.
El documento más antigüo en el cual se cita esta venta es de 1691. No obstante, en las Relaciones Topográficas de Felipe II, del año 1576, el Corregidor de Toledo, Juan Gutiérrez Tello, ya hacía referencia a ella: "...dendesta puerta de Nuestra Señora, que antes se llamava de Alcantara, camino de Andaluzia, ay las ventas siguientes: la venta de Santana, la venta de Pero Sánchez, la venta Blanca, la venta de Pedrero...". Posteriormente, en el Catastro de la Ensenada de 1751, se dice que en la misma habitaban permanentemente el ventero y su familia, vecinos de Burguillos, a cuyo término municipal pertenecía y pertenece este paraje.
La puesta en funcionamiento de la carretera N-401, entre Toledo y Ciudad Real, que se empezó a construir en el año de 1868, acapararía el tránsito de vehículos y carruajes a partir de entonces, condenando a este camino al ostracismo. En la actualidad, el lugar se encuentra abandonado y las edificaciones derruidas. Sólo el trazado de la Autovía de los Viñedos que pasa por la margen contraria al camino, nos permite añorar lo que entonces fuera el trajín de los muchos caminantes y arrieros que antaño utilizaban este itinerario.
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