Un año más, los burguillanos han puesto de relieve que, las viejas tradiciones de Semana Santa, forman parte del patrimonio cultural de nuestro pueblo. Y es que las creencias y las muestras de religiosidad popular vienen de lejos y tienen su razón de ser, por eso no es fácil desarraigarlas. Aunque la cercanía de Toledo y la mayor vistosidad de sus procesiones, resten participación a las del pueblo.
La nuestra, es una Semana Santa típicamente de pueblo. De ese Burguillos de escasa población que todos recordamos, donde los vecinos participaban activamente en todos los eventos. Donde todos se conocían y donde todo se hacía prácticamente igual durante siglos. Es una Semana Santa donde el sentido religioso prima sobre lo demás. Unos actos que siguen atrayendo a los burguillanos que retornan al pueblo para visitar a sus familiares y a disfrutar de las tradiciones que desde pequeños conocieron.
No tiene nada de turística, ni de reconocimiento fuera de aquí, pero es una tradición nuestra, que se vive con intensidad y profunda religiosidad. Es una Semana Santa de recorridos procesionales silenciosos, sobrios, de callejuelas oscuras... tan sólo a la luz de las velas y de los faroles que abren la comitiva, tal y como se hacía antiguamente por aquellas calles de tierra.
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