SOI DE (JU)AN-FERNANDES-MOJON-ERMITAno DE BUESTA SEÑORA DE BU-RGIllOS
"Soy de Juan Fernández Mojón, Ermitaño de Vuestra Señora de Burguillos"
Este azulejo ha aparecido durante las obras de rehabilitación de la sacristía de la ermita de Nuestra Señora de Burguillos. Se trata de una pieza de barro y cerámica, de forma cuadrada, con un importante grosor, similar a las baldosas de la ermita. Una de sus caras aparece vidriada, decorada y con una inscripción. Aún a pesar de encontrarse hecha pedazos, se ha recuperado en su integridad, uniendo los mismos, salvo las roturas que presenta en algunas esquinas. Estos cinco trozos se habían reutilizado para rellenar un hueco de muro e igualarlo, para su posterior revoco de yeso, tras el cual ha permanecido durante años.
Puede apreciarse, claramente, que se trata de un azulejo funerario que cumplía las funciones de las lápidas actuales. Es decir, señalar la sepultura y conservar en el tiempo la memoria del difunto. Lástima que no podamos datarla, porque en la misma no consta ninguna fecha relativa al fallecimiento de aquel. Sin embargo, nos aporta una importante información a cerca del difunto y de la ermita y, por la tipología de la pieza, bien podríamos catalogarla en la época en que se generalizó ese tipo de lápidas. Se trata de un espacio de tiempo comprendido, fundamentalmente, entre mediados del siglo XIX y finales del mismo..
Sin lugar a dudas, el epitafio trata de darnos información del difunto, así como de su principal profesión o función que cumplió en nuestro pueblo, pues se encarga de dejar claro que esta persona, Juan Fernández Mojón, fue ermitaño o santero de la ermita de Nuestra Señora de Burguillos. Pero no sólo eso, sino la importancia que debíó darse en aquel momento a esa función que ejerció, ya fuera porque él mismo pidiera que en su sepultura así se hiciera constar, ya fueran otras terceras personas o familiares los que hubieran tenido ese deseo. Sin duda, un claro reconocimiento público de tal función.
Analizando el lenguaje utilizado, aparte de la mala caligrafía, podría incluso decirse que este señor no era de Burguillos de Toledo. En primer lugar, los epitafios de esta época solían comenzar con un "Aquí yace", y sin embargo, en este caso parece dársele vida al propio azulejo, hablando en primera persona: "Soy de Juan Fernández", Y a continuación parece decirles también a los que la lean, que el tal Juan Fernández era ermitaño de la ermita de "Vuestra Señora de Burguillos", es decir, sin atribuírsela como propia, porque entonces hubiera dicho "Nuestra Señora", como así era común..Por otra parte, parece como si su autor se hubiera quedado sin espacio para la inscripción que se le había solicitado y al final se ve en la necesidad de completar la palabra Burguillos en la parte del dibujo.
Es en esta parte inferior donde aparece decorada con la calavera y las tibias, con las que se simbolizaba a la muerte en esta época. En definitiva, una pieza valiosa, más por lo que nos cuenta, que por su valor intrínseco, pero es tan poco lo que nos ha llegado de la ermita, que siempre causa satisfacción encontrar cosas como ésta.
Puede apreciarse, claramente, que se trata de un azulejo funerario que cumplía las funciones de las lápidas actuales. Es decir, señalar la sepultura y conservar en el tiempo la memoria del difunto. Lástima que no podamos datarla, porque en la misma no consta ninguna fecha relativa al fallecimiento de aquel. Sin embargo, nos aporta una importante información a cerca del difunto y de la ermita y, por la tipología de la pieza, bien podríamos catalogarla en la época en que se generalizó ese tipo de lápidas. Se trata de un espacio de tiempo comprendido, fundamentalmente, entre mediados del siglo XIX y finales del mismo..
Sin lugar a dudas, el epitafio trata de darnos información del difunto, así como de su principal profesión o función que cumplió en nuestro pueblo, pues se encarga de dejar claro que esta persona, Juan Fernández Mojón, fue ermitaño o santero de la ermita de Nuestra Señora de Burguillos. Pero no sólo eso, sino la importancia que debíó darse en aquel momento a esa función que ejerció, ya fuera porque él mismo pidiera que en su sepultura así se hiciera constar, ya fueran otras terceras personas o familiares los que hubieran tenido ese deseo. Sin duda, un claro reconocimiento público de tal función.
Analizando el lenguaje utilizado, aparte de la mala caligrafía, podría incluso decirse que este señor no era de Burguillos de Toledo. En primer lugar, los epitafios de esta época solían comenzar con un "Aquí yace", y sin embargo, en este caso parece dársele vida al propio azulejo, hablando en primera persona: "Soy de Juan Fernández", Y a continuación parece decirles también a los que la lean, que el tal Juan Fernández era ermitaño de la ermita de "Vuestra Señora de Burguillos", es decir, sin atribuírsela como propia, porque entonces hubiera dicho "Nuestra Señora", como así era común..Por otra parte, parece como si su autor se hubiera quedado sin espacio para la inscripción que se le había solicitado y al final se ve en la necesidad de completar la palabra Burguillos en la parte del dibujo.
Es en esta parte inferior donde aparece decorada con la calavera y las tibias, con las que se simbolizaba a la muerte en esta época. En definitiva, una pieza valiosa, más por lo que nos cuenta, que por su valor intrínseco, pero es tan poco lo que nos ha llegado de la ermita, que siempre causa satisfacción encontrar cosas como ésta.
Tal y como matiza M.A. Hernández en un comentario que nos hace, al poner "Soy...." parece que el azulejo se le hizo el tal Juan en vida para que luego se le pusieran en su "sepultura", Si se hubiera hecho después de muerto, diría "aquí yace", pero al encargarlo el mismo y en vida, dice "Soy Juan Fernández Mojon", en presente.
ResponderEliminarDando vueltas a lo del azulejo funerario, también puede ser que este hable de una "propiedad" "Soy de..." y la propiedad puede ser una sepultura o alguna imagen o espacio de la ermita.
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