Van del rojo al azul de las respectivas banderas representativas de sus hermandades. Del tiempo veraniego, al otoñal. Del homenaje a un pequeño Cristo, al homenaje a la Virgen. De la bandera y los bastones, a la bandera y las bandas. De la organización de los hombres, a la de las mujeres. Incluso, de un presupuesto más holgado, a otro más modesto; pero, en definitiva, dos fiestas que se viven intensamente por los burguillanos y que tienen su colofón con los actos festivo-religiosos de su respectivo día grande, en los que cobra especial protagonismo la tradición de "bailar de la bandera".
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