Como ya os informábamos en una anterior entrada, a primeros de diciembre se daba comienzo a lo que hemos denominado segunda fase de restauración de la ermita de San Blas. Aunque todos los trabajos se van a centrar en la parte interior del edificio, entre las primeras actuaciones llevadas a cabo, hemos aprovechado para la reparación la cornisa de la fachada principal, que se encontraba deteriorada (previsiblemente por el impacto de una de las campanas que debió ser arrojada desde la espadaña). Se han repuesto los ladrillos que faltaban y los que estaban deteriorados, llagueando la totalidad de la cornisa y la grieta vertical que fue reparada en la primera fase con cemento gris, por lo que contrastaba enormemente con el resto del imafronte.
Al mismo tiempo se comenzaba a picar el zócalo de las paredes de la nave y el crucero, hasta una altura aproximada de un metro y veinte centímetros. La intención era descubrir y valorar cuál era el estado de los muros debajo del revestimiento de yeso. Afortunadamente, encontramos unas paredes de mampostería y pilastras de ladrillo, que se encontraban en muy buenas condiciones para proceder a su llagueado y dejar a la vista, como en su día se hizo en la parte baja de la cabecera que se utilizaba como sacristía.
Paralelamente, se ha ido reparando la escalera de subida al coro y acceso a la bóveda, restaurando los peldaños de madera que antiguamente tenía y que fueron arrancados en su integridad durante la ocupación de la ermita.
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