Fue un 31 de enero a última hora de la noche cuando el Centro Nacional de Microbiología confirmó el primer caso de coronavirus en España, el de un turista alemán en la isla canaria de La Gomera. Desde entonces comenzó a dibujarse una dramática espiral de la que parece verse el fin con las ansiadas vacunas. Justo un mes antes de esa fecha, las autoridades de la localidad china de Wuhan habían informado de 27 casos de una neumonía desconocida tras haber visitado el mercado de animales vivos de esa ciudad. Pocos días después se puso nombre al culpable de la infección, el SARS-CoV-2.
En ese mes de enero, desde el Ministerio de Sanidad con un titular recién llegado al puesto, Salvador Illa, y el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAE?S), Fernando Simón, se aseguró que el riesgo de que el nuevo coronavirus llegara a España era «muy bajo» y que en el caso de que lo hiciera, el país estaría preparado «para actuar ante cualquier eventualidad». La opinión que tenía el Gobierno fue compartida en aquel momento por parte de las principales sociedades médicas y de expertos en enfermedades infecciosas.
Sin embargo, y tras descartar varios casos, el 30 de enero, Canarias aisló en el Hospital de La Gomera, por recomendación del Ejecutivo alemán, a un grupo de ciudadanos germanos, después de que dos de ellos estuvieran en contacto antes de viajar a la isla con un positivo. La Consejería de Sanidad insular activó el protocolo pertinente y envío las muestras al Centro Nacional de Microbiología, dependiente del Instituto de Salud Carlos III. Ninguno de ellos presentaba síntoma alguno.
Un día después, las miradas estaban puestas además de en la isla canaria, en Madrid, en concreto en la base aérea de Torrejón de Ardoz, donde tenía previsto aterrizar el primer avión con españoles repatriados de Wuhan. La mayoría de ellos eran entrenadores que trabajan para el equipo de fútbol local Wuhan Three Towns. Desde el aeródromo madrileño, los ciudadanos nacionales fueron trasladados al Hospital Militar Gómez Ulla de la capital, donde iban a pasar una cuarentena de 14 días. Ninguno de ellos dio positivo en ese tiempo.
Y fue la noche de ese viernes 31 de enero cuando se conoció que una persona del grupo de los turistas alemanes que se encontraban en cuarentena en el hospital de La Gomera había dado positivo, convirtiéndose en el primer caso confirmado de coronavirus en España. El primero de los más de 2,7 millones de infecciones que desde entonces se han diagnosticado en el país, que se convirtió en uno de los más golpeados durante la primera ola de la pandemia.
Fue la consejería de Sanidad canaria la que informó en un primer momento de los resultados del análisis del ciudadano germano. Al día siguiente, compareció Fernando Simón y explicó que el turista presentaba «un cuadro leve». Pese a todo, las autoridades sanitarias empezaron a hacer seguimiento a las personas con las que podía haber tenido contacto durante su estancia en la isla, así como con las que había coincidido en su trayecto hasta allí.
El jefe de servicio de Epidemiología del Servicio Canario de la Salud, Domingo Núñez, informó junto al presidente insular, Ángel Víctor Torres, y la consejera de Salud, Teresa Cruz, de que el resto del grupo en cuarentena seguía asintomático y en observación. El ciudadano alemán fue dado de alta el 13 de febrero y sus compañeros nunca llegaron a dar positivo.
Pero días antes sí lo había dado un ciudadano británico residente en Mallorca, el que fue el segundo caso de COVID-19 en el país. Se contagió en Francia y presentaba una carga viral baja, según se informó entonces. Este segundo contagio no supuso un incremento para Sanidad del riesgo en el territorio nacional puesto que tanto éste, como el de La Gomera se trataban de infecciones importadas y tenían «rasgos parecidos», según Simón.
Lo que vino después
En esos días, concretamente también el 13 de febrero, aunque se conocería casi un mes después, el 3 de marzo, se produjo el primer fallecimiento por COVID en el país. Fue la primera de las más de 57.000 muertes que se han notificado hasta ahora en España por el virus.
A todo ello le siguieron los meses duros de la pandemia, con una primera ola despiadada, a la que han sucedido otras dos, la última de ellas sigue golpeando fuerte ahora, coincidiendo con el inicio de la campaña de vacunación, que dio el pistoletazo de salida el pasado 27 de diciembre.
Una campaña que ya se ha topado con los primeros obstáculos ante el retraso de la llegada de más dosis, que ahora tendrá que gestionar la nueva ministra de Sanidad, Carolina Darias, junto a las autonomías, si bien ésta ya ha asegurado, en sus primeras comparecencias, que el plan «avanza a buen ritmo» y mantiene la previsión de que en verano el 70 por ciento de la población en España haya sido inmunizada.
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