Hasta la construcción de los cementerios municipales, que datan de una orden real de finales del siglo XVIII, los lugares básicos de enterramiento eran las iglesias, y así sucedía en Burguillos. En este sentido, existe constancia documental e incluso arqueológica, no sólo por el recuerdo que tienen nuestros mayores del osario aledaño a la iglesia, sino por las sucesivas obras de acondicionamiento del suelo de la nave, que han puesto de relieve la presencia de muchos de estos enterramientos.
Veíamos en la foto más antigüa que tenemos de la iglesia, ese pequeño recinto cerrado que se sitúa en el lateral izquierdo, a modo de chaflán, entre la esquina de la fachada y la de la torre. Cuando el piso de la iglesia se encontraba demasiado saturado y se hacía necesario renovar el suelo para un nuevo entierro -ya fuera completamente, o por el vaciado de una sepultura-, los restos exhumados se solían trasladar a los osarios. Estos espacios podían ser fosas cubiertas o cuartos, como el de la imagen, situados dentro o fuera de las iglesias; por eso no es de extrañar encontrarlo en este lugar, adosado a la misma.
Todavía hoy son visibles las huellas del lugar ocupado por este recinto, sobre el muro lateral de la iglesia , así como este "extraño" signo, de color rojo, que encontramos en una de los sillares de granito del zócalo, y del que hablaremos en una próxima entrada de este blog.
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